martes, 30 de marzo de 2010

La sopa en la Historia del Arte




El almuerzo (quizá sopa o gachas de avena)
Théodore Earl Butler (s. XIX. Impresionismo. Norteamérica)



La hija del artista, Alice Butler, conocida como Lili, está absorta en su alimento. La escena resulta muy tierna. Vista desde la altura de un adulto, la cara de la niña, excepto la curva redonda de su mejilla, se oculta bajo su mechón de pelo suelto, enredado. Se minimizan sus rasgos para centrar la atención en su actividad incesante, sugerida por la representación algo velada de sus manos, los dientes de su tenedor y la sustancia indescriptible, quizás sopa o gachas de avena, en su plato.


 

Niña tomando sopa. Albert Anker (s. XIX. Realismo. Suiza)
 


Sirviendo sopa en un comedor de beneficencia.
Vincent van Gogh (Dibujo, s. XIX. Holanda)
 


La sopa de la modista. François Emile Barraud (s. XX. Realismo Mágico. Francia)



La sopa. Charles Víctor Thirion (s. XIX. Realismo. Francia)
 


Niño comiendo sopa. Armand Guillaumin (s. XIX. Impresionismo. Francia)



La Virgen de las sopas de leche (1). Gérard David (S. XV. Renacimiento. Flandes)


El autor realizó varias copias de este tema siguiendo la misma composición y variando los detalles. Una ventana al fondo nos permite contemplar el paisaje de Brujas. Se trata de una representación simbólica de la Madre alimentando a su Hijo: la Iglesia que alimenta a los creyentes, María que sustenta a la Iglesia, etc. Y que podía ser representada de esta manera o con la imagen de María amamantando a Cristo. El pan sobre la mesa y la jarra al fondo simbolizan la Eucaristía, el libro junto a la ventana simboliza la Palabra de Dios, la manzana el símbolo del Pecado Original del que Cristo nos liberó. Son llamadas a la devoción privada, ya que estas representaciones se realizaban por encargo para uso familiar. Nos han llegado otras tres copias de esta obra, una en Bruselas, otra en San Diego (California) y otra en Génova. Algunas de ellas serían realizadas por sus asistentes, pero siempre siguiendo las pautas del maestro.


 
La hora de la sopa. Bernard Pothast (s. XIX. Impresionismo. Bélgica)



Criada con sopa en una olla. Pehr Hillestrom (s. XVIII. Academicismo. Suecia)



La sopa de Annette. Édouard Vuillard (s. XIX. Nabis. Francia)



Chop Suey. Edward Hopper (s. XX. Escuela de Ashcam. Norteamérica)



La golosa. Picasso (s. XX. Época azul. España)
 


Bodegón con sopa de arvejas. Fernando Botero (s. XXI. Colombia)
 



Sopera y manzana. Berthe Morisot (s. XIX. Impresionismo. Francia)
 


Pobres esperando la sopa. Isidro Nonell (s. XIX. Modernismo. España)



Virgen de las sopas de leche (2). Gérard David (s. XVI. Renacimiento. Flandes)
 


La sopa. Picasso (s. XX. Época Azul. España)



La sopa. A. W. Bouguereau (s. XIX. Academicismo. Francia)
 


Naturaleza muerta con sopera. Cézanne (s. XX. Postimpresionismo. Francia)



La sopa de leche. A. W. Bouguereau (s. XIX. Academicismo. Francia)
 



 

jueves, 18 de marzo de 2010

Recordando a Miguel Delibes






Muere el Maestro de la narrativa actual. Nos queda su prosa sencilla, humana y profunda, al alcance sólo de los grandes escritores.
He leído sus novelas a lo largo del tiempo pero, en especial, me impactó "El hereje" por su mensaje sobre la tolerancia y libertad de conciencia. Cuando acabé de leerla, recuerdo muy bien la sensación de satisfacción que me produjo, la sensación de tener una gran obra en mis manos, que me hizo reflexionar sobre las relaciones humanas.

En su novela "El príncipe destronado", indaga en el mundo de la niñez, a través de los ojos de Quico, un niño de cuatro años, que se siente desplazado ante la llegada de Cris, su nueva hermana. Muchas de las escenas se desarrollan en la cocina, como ésta, divertida y muy tierna:

"Mamá le metió en la boca un nuevo pedazo de carne. Quico la miró.
Desenroscó el tapón rojo:
—Es la tele, ¿verdad, Mamá?
Sí, es la tele; anda, come.
—No quieres que se me haga bola, ¿verdad, Mamá?
—No, no quiero. Come.
—Si como, me hago grande y voy al cole como Juan, ¿verdad, Mamá?
Mamá suspiró, pacientemente:
—No veo el día —dijo.
—Y cuando vaya al cole no se me hace la bola, ¿verdad, Mamá?
—¿Verdad, Mamá?; ¿verdad, Mamá?
—dijo Mamá irritada, sacudiéndole por un brazo—: ¡Come de una vez!
Quico le enfocó sus ojos implorantes con una vaga sombra de tristeza en su limpia mirada azul:
—¿Verdad, Mamá que no te gusta que diga “verdad, Mamá; verdad, Mamá?” —dijo.
Mamá tenía los ojos brillantes, como si fuera a llorar. Musitó: “Yo no sé qué va a ser de esta criatura”.



Descanse en paz.


 

domingo, 14 de marzo de 2010

Sopa de marisco



 


Una receta de mi tía, que conocemos como "la sopa de Milandis", procedente de la tierra asturiana.

Ingredientes

4 nécoras, 300 g. de almejas, 3oo g. de gambas, 300 g. de mejillones, 1 cabeza de congrio o rape, 2 huevos cocidos, pan rallado, pan de barra, un diente de ajo, cebolla, pimentón y aceite de oliva.

Preparación

En una cazuela cocemos los mariscos, el pescado y los huevos. Una vez cocidos, se retira una de las conchas de los mejillones y se añaden de nuevo. Se retira la cabeza del congrio. Se parten las nécoras por la mitad, pelamos las gambas, y partimos en trocitos los huevos. Se añaden de nuevo a la cazuela. Añadimos el pan partido fino, en rebanadas. Se reserva.
 
En una sartén ponemos aceite, y cuando esté caliente, se doran el ajo y un poco de cebolla, picados en trocitos pequeños. A continuación añadimos pan rallado y pimentón. Removemos y vertemos en la sopa. Cocemos todo unos minutos y a la sopera. ¡Lista para tomar!

 Deliciosa la sopa de mi tía.




 

viernes, 12 de marzo de 2010

Huevo frito con gulas y gambas sobre lecho de patatas









Una receta de mi tía, fácil de elaborar, nutritiva y rica:

Ingredientes

2 patatas medianas, un paquete de gulas, 300 g. de gambas, cuatro huevos, aceite de oliva virgen extra, un diente de ajo y sal.


Preparación

Se pelan las patatas y se fríen en cuadraditos pequeños. Se sacan, se salan y se colocan en una fuente extendidas. Se añaden a la sartén las gulas con ajo muy picado (se puede añadir un poco de guindilla). Se colocan en la fuente encima de las patatas. Se pelan las gambas y se hacen con un poco de aceite y ajos picados. Se añaden a la fuente encima de las gulas. Se fríen los huevos con la yema poco hecha, se colocan en la fuente, se salan y se parten para que la yema impregne todo lo anterior. ¡Listo para tomar!




jueves, 4 de marzo de 2010

Orejas de Carnaval

 


La Molendera. Diego Rivera






Las orejas son un postre delicioso. Antes de alejarnos del Carnaval, que es la época en la que se preparan, quiero dejar la receta de mi madre. Nos endulza siempre con ellas por estas fechas. Son muy fáciles de hacer y resultan muy sabrosas, tanto que hay que tener cuidado, porque se empiezan a comer y no se para...

Ingredientes
 
 
1 kg. de harina, 2 huevos, medio litro de aceite de oliva, medio litro de vino blanco y un poco de sal.

Preparación
 
 
En un bol se añaden los huevos, el aceite, el vino blanco y un poco de sal. Se mezcla bien y se añade poco a poco el harina. Cuando la masa no se pegue a las manos, se coloca en la mesa y se amasa.
Se deja reposar 5 ó 10 minutos, y con el rodillo se estira mucho la masa (cuanto más se estire queda más fina y es mejor). A continuación, se da forma con un cuchillo, cortando rectángulos o cuadrados, como más nos guste.
 
En una sartén se añade un litro de aceite y, cuando esté bien caliente, se fríen. Una vez doradas, se sacan a una fuente con papel, para que absorba el aceite. Se espolvorean con azúcar y ¡listas!

 
 
 
 

sábado, 20 de febrero de 2010

La empanada de bonito de mi madre



 
Danos hoy (Give us this day). Jeffrey. T. Lars



La empanada de mi madre es una de esas recetas que no pueden perderse (curiosamente no la aprendió de mi abuela, sino de un amigo de la familia). Es exquisita, nos la prepara con mucho amor, con el cariño que siempre cocina. Utilizo los términos que ella usa, porque me encantan, son entrañables, como ella:

Ingredientes
 
Para la masa: 1 Kg. de harina de trigo, un cuadro de levadura prensada, 2 huevos, un cuarto de litro de aceite de oliva, un cuarto de litro de leche y sal.
Para el relleno: 3 cebollas, 3 dientes de ajo, 3 tomates, 1 pimiento verde, medio Kg. de bonito en aceite, una lata de pimientos del piquillo y sal.


 
Preparación

Relleno: se introducen las 3 cebollas picaditas en una sartén con aceite. Se deja pochar. Se añaden los 3 dientes de ajos picados y un poco de sal. Se deja 1 hora pochando lentamente. Se añaden los 3 tomates (pueden ser 4, si son pequeños), el pimiento, y dejamos otra hora pochando todo el conjunto (de esta forma, queda muy suave). Se saca, se deja enfriar y se añade el bonito en aceite desmenuzado. Se mezcla todo.

Masa: en un bol se baten 2 huevos, se añaden la sal, la leche, el aceite y la levadura desmenuzada (se mezcla bien para que se deshaga). Se añade el harina poco a poco, y se mezcla. Cuando ya no se pueda remover la mezcla, se coloca en la mesa, con un poco de harina debajo (a mi madre le gusta más hacerlo así). Se amasa y se añade más harina hasta que no se pegue la masa a las manos (ha de amasarse con fuerza). Seguimos amasando un tiempo más, cuanto más se amase, mejor queda, más fina.
 
Se toma una bola pequeña de masa y se introduce en un vaso con agua. El resto de la masa se deja tapada con un paño para que "duerma". Cuando la bola del vaso sube, está lista, ya "ha dormido" bastante.
Se corta la masa por la mitad y se estira con el rodillo hasta coincidir con el tamaño de la bandeja del horno.
 
Se precalienta el horno 15 minutos a 250º, antes de introducir la empanada.
Se cubre la bandeja con papel especial para el horno, y se añade la masa, se rellena y se añaden por encima pimientos del piquillo cortados en tiras. Se cubre con el resto de la masa y se cierran los bordes. Con una brocha se unta con con huevo batido. Se introduce en el horno precalentado a 250º. Se deja media hora o tres cuartos (no se abre el horno hasta que no esté dorada la masa, porque se enfría y no sube).

¡Ya está lista! Esponjosa, suave, una verdadera delicia.
 
 
 
 
 

sábado, 13 de febrero de 2010

La cápsula perfecta del olivo






Hermosos fragmentos literarios, y una metáfora
bellísima para comenzar:


"La cápsula perfecta del olivo
llenando
el follaje con sus constelaciones
luego
las avispas
el milagro,
el aceite."


Pablo Neruda

***

"Fruta en madurar tan larga
que sin aderezo amarga
y aunque se coja una carga
se ha de comer solo una
"¡Ay Fortuna,
cógeme solo una!

 
Lope de Vega

***

"Córdoba olivos verdes
donde ponen cien cruces
que los recuerden."

 
Federico García Lorca

***
 
"Turio, de tanta pena,
deshoja sus olivares
y riega los azahares
de su frente, por la arena."


Rafael Alberti
 
***

"...me gustan todos, pero sobre todo los
olivos que con sus hojas simbolizan la
paz y con su aceite dorado la alegría."


Aldous Huxley


 


"El campo de olivos es como una biblioteca donde uno va a olvidar o a comprenderla mejor".
Jean Giono
 


"Un olivo nos fuera leal. Es un sueño de árbol, un humo de árbol, y además un disfraz de Minerva".
Cocteau
 


"(...) y en rama de un olivo cargado de frutos el hombre sana y se purifica".
Virgilio




 

jueves, 7 de enero de 2010

Un bolero con sabor








Un bolero precioso, para no olvidar..., una obra de Álvaro Carrillo, ingeniero agrónomo mejicano, que dejó su carrera por la composición. Una delicia para comenzar el año.

 
 

viernes, 25 de diciembre de 2009

¡Feliz Navidad 2009!







Oratorio de Navidad. Juan Sebastián Bach
 




jueves, 17 de diciembre de 2009

El chocolate en la Historia del Arte

 
 


La taza de chocolate. Auguste Renoir (siglo XIX. Impresionismo. Francia)


 
Mujer haciendo chocolate. Arte Precolombino (Maya)



Chocolate caliente. Raimundo de Madrazo y Garrieta (siglo XIX. Realismo. España)




 La bella chocolatera. Jean-Étienne Liotard (siglo XVIII. Rococó. Suiza)



 Bodegón del chocolate. Luis Meléndez (siglo XVIII. Barroco. España)
 
 
 

lunes, 14 de diciembre de 2009

Profiteroles







Ingredientes principales

75 g de harina
65 g de mantequilla
1 ¼ dl de agua
4 huevos
½ litro de nata montada
1 pizca de sal
Huevo batido
Crema pastelera
#PARA LA SALSA#
1 tableta de chocolate para fundir
Nata montada


Receta de: Iñaki Oyarbide


Preparación de la receta


-Poner a hervir el agua con la sal y la mantequilla unos 2 minutos; esta última deberá estar disuelta antes de que comience el hervor.
- Retirar el cazo del fuego e incorporarle de golpe toda la harina, tamizada previamente. Remover con la espátula hasta que la masa quede lisa y sin grumos.
- Volver a colocar el cazo sobre el fogón, a fuego medio durante unos 4 minutos; no dejar de remover, hasta que la masa no sea compacta y se separe de las paredes. Debe quedar muy espesa, de manera que resulte trabajoso moverla con la espátula.
- Posteriormente, retirarla del fuego y dejarla que temple unos minutos.
- Añadirle los huevos uno a uno; después, integrarlos a la mezcla removiendo enérgicamente con la espátula hasta conseguir una masa homogénea.- Introducir el resultado en una manga pastelera de boca ancha.
- A continuación, formar los profiteroles del tamaño deseado (preferiblemente del de una nuez) y colocarlos sobre una placa de horno untada con mantequilla.
- Pintarlos con el huevo batido, utilizando para ello un pincel de cocina.
- Precalentar el horno a 160 grados y hornearlos durante 3 ó 4 minutos. Sacarlos y dejarlos enfriar; luego, hacerles un pequeño corte lateral.
- Por último, utilizando una manga pastelera de boca estrecha, introducir el relleno deseado (nata montada, crema de cacao o crema pastelera) por el corte practicado.
- Para elaborar el chocolate, fundirlo en crudo a fuego muy suave (o al baño María), y remover con la espátula durante 2 minutos sin dejar que hierva.
- Rociar los profiteroles rellenos de nata con chocolate caliente.





jueves, 10 de diciembre de 2009

Peras al chocolate








Peras al chocolate en el programa Canal Cocina, del cocinero Iñaki Oyarbide. Deliciosas


Ingredientes principales
 
150 g de cobertura de chocolate
2 vasos de leche
200 g de azúcar
3 peras
Una rama de canela
Una rama de vainilla


Preparación de la receta
 
- Pelar las peras (dejándoles el rabito) y cocerlas en la leche con el azúcar, un palo de canela y una rama de vainilla.
- Por otro lado, fundir el chocolate en la leche.
- Servir las peras con el chocolate fundido y, opcionalmente, con helado de vainilla.



 

lunes, 7 de diciembre de 2009

Crêpes de chocolate







Ingredientes

125 gramos de harina
100 cl de leche
25 gramos de mantequilla
2 huevos
1 ramita de canela


Preparación


Batimos los huevos, añadimos la leche y la mantequilla con un toque de microondas. Sin preocuparnos por los grumos, añadimos la harina, un poquito de sal, una cucharada sopera de azúcar y chartreuse (o Cointreau) y lo removemos bien.
Para evitar los grumos lo colaremos todo. Y cuando está colado, añadimos la ramita de canela y lo dejamos en la nevera un par de horas.
Untamos una sartén con mantequilla y echamos la masa de crêpes sin preocuparnos por el primero porque lo vamos a tirar. Sólo nos sirve para preparar la sartén.
Vamos con el bueno. Tres cucharadas soperas de la masa de crêpes, lo distribuimos bien por la sartén. Cuando empiezan a marronear los laterales le damos la vuelta. Sólo queda rellenar las crêpes.


Y de postre, uno de chocolate.

Ingredientes

3 huevos, 3 tazitas de leche, 3 cucharadas de azúcar, 9 cucharadas de harina, una pizca de sal, 100 gr. de chocolate, levadura.

Preparación

Se baten los huevos y se les añade la leche, el azúcar, la sal, la levadura y la harina. se funde aparte el chocolate y se le añade también. Se deja reposar la mezcla una hora y luego ya se pueden hacer las crêpes en una sartén untada de aceite. Se sirven con nata y un poco de canela.






Historia del chocolate








Fue el pueblo mexicano Olmeca (1500 a 400 aC) quien comenzó a elaborar el chocolate en forma de bebida mediante la molienda de las semillas del árbol del cacao, mezcladas al agua y adornadas de especias, guindillas y de hierbas. Pero veremos que España tuvo mucho que ver en la introducción del chocolate en el resto del mundo.

Más tarde, los mayas y aztecas valoraron tanto las semillas de cacao por sus cualidades nutritivas que las convirtieron en moneda. Para ellos, el cacao se trataba de un regalo de los dioses. Perfeccionaron la preparación del chocolate. Las semillas eran primero tostadas y luego trituradas para hacer una pasta que después se mezclaba con agua. Esta mezcla se calentaba hasta que la manteca o grasa del cacao subía a la superficie. Se le quitaba la espuma y luego se volvía a mezclar con la bebida y se batía y se especiaba para tomar en frío. El chocolate gustaba por ser una bebida sumamente energética pero también muy amarga y picante.





Ya en el siglo XVI, gracias a la expedición de Cristóbal Colón a América, los navegantes europeos fueron obsequiados con el chocolate, que entonces no gustó mucho precisamente por ese sabor amargo y picantón. De hecho, la conquista del chocolate por los europeos tuvo lugar en 1519, con la llegada de Hernán Cortés a México. Los aztecas pensaron que Cortés era la reencarnación del Dios y el emperador Moctezuma le ofreció chocolate en un vaso de oro. El conquistador español pronto se dio cuenta del valor nutritivo de esta bebida ya que que permitía a sus soldados resistir todo el día sin tomar ningún otro alimento. El alimento de los dioses de la mitología azteca aparece por primera vez referido en nuestra cultura, en una carta de Hernán Cortés ( 30-10-1520 ) que dice así:
es una fruta como almendras, que ellos venden molida, y tienen en tanto que se trata por moneda en toda la tierra y con ella se compran todas las cosas necesarias en los mercados y otras partes”

Se cuenta que junto a Hernán Cortés viajaba Fray Aguilar, de la Orden del Cister, el cual hizo llegar el cacao al Abad Antonio de Álvaro, que residía en el Monasterio de Piedra de Zaragoza, donde de esta forma se elaboró el chocolate por primera vez en Europa.
Cuando en Francia se instituyó la Orden de Trapa, rama de la cisterciense, el chocolate continuó su difusión entre la Iglesia europea, como se puede comprobar a través de las distintas chocolaterías de los monasterios europeos como el de Poblet.




Pero no sólo el poder eclesiástico se apuntó a la moda del chocolate. La corte también se apuntó a difundir lo delicioso y nutritivo que era el chocolate, ya que incluso se hizo bebida oficial de la Casa Real francesa a través de la boda de la infanta española María Teresa de Austria, hija de Felipe IV, con Luis XIV, hecho que también sirvió en la extensión del chocolate desde Francia hacia el resto de Europa.

Durante el siglo XVII el cacao fue estudiado y difundido a través de diversos tratados y manuales. A finales del siglo ya se podían ver las chocolaterías por las calles de Madrid, París o Londres, en las que el chocolate se endulzaba con miel, azúcar y suaves especias como la vainilla o la canela para adaptarlo al gusto de los europeos y eliminar su amargor y picor.





Un siglo después, el cacao continúa su apogeo comercial. En Norteamérica se fundó la primera fábrica para procesar el cacao y los franceses pusieron de moda los bombones.





A principios del siglo XIX, se empezó la fabricación de las tabletas de chocolate tal y como las conocemos a través de industriales suizos avanzaron en la maquinaria para hacer el chocolate. Entre los empresarios del chocolate más famosos del mundo encontramos a Philiph Suchard, Daniel Peter, Henri Nestlé y Jean Tobler, algunas de cuyas marcas hoy cotinúan vivas.


 
 
 
 
 

domingo, 25 de octubre de 2009

Manzana asada con canela








Una receta de manzana asada con canela y nata, del programa "22 minutos de Canal Cocina", mientras escuchamos la maravillosa canción La Flor de la canela, interpretada por María Dolores Pradera.


Ingredientes

2 manzanas
Mantequilla
Azúcar
1 palo de canela
Canela en polvo
Nata


Preparación de la receta

- Lavar las manzanas y quitarles el corazón.
- Colocar boca abajo en una placa de horno.
- Espolvorear con azúcar y poner una nuez de mantequilla.
- Asar las manzanas a 200ºC.
- Servir las manzanas con la nata y espolvorear con canela molida.





Historia de la canela







Es una de las especias más antiguas que se conocen, muy usada en Asia, pues ya se la cita en un herbario chino de hace más de 5.000 años, en la época que reinaba el emperador Shen-Nung. Y como nos cuenta Plinio, también era conocida por egipcios y fenicios antes del esplendor de griegos y romanos. 




La canela también fue descrita en el libro del Éxodo de la Biblia, refiriéndose a ella a veces de forma sensual y otras en tono sagrado, como para elaborar ungüentos con que dar realce al Tabernáculo. Su uso no era culinario, sino que se usaba como afrodisíaco basándose sólo en su penetrante aroma, al que llamaban “kinnamon”, de ahí que la canela es también conocida en los países angloamericanos, germánicos, nórdicos y eslavos, como “cinamomo” o palabra derivada de esta. El rey de Ceilán, hoy Sri Lanka, de donde es originario el canelo, para lograr que dejaran de aullar los temibles cañones de los veleros portugueses, tuvieron que pagar con 12.000 Kg. de canela en rama, el fin del asedio y en esos tiempos la canela era más valorada que el propio oro. 




En la Edad Media se decía que para ser noble, además de tener alcurnia, demostrable con las armas, debía tener canela, esto último y como demostración debía ir provisto de una “noble” bolsa llena. En esa época, la canela tanto se usaba para platos dulces como para salados, y no fue hasta el siglo XVII cuando se empezó a usar sólo para platos dulces y repostería, aunque la cocina actual vuelve la vista al medievo, como una salsa de canela para acompañar a unos filetes de lenguado, o higos secos aromatizados con ella para acompañar un buen asado.




Actualmente es una de las especias más utilizadas en repostería, fabricación de licores, aromatización de vinos y pastelería, aunque también se usa en platos salados a los que da un toque exótico, pero en países como la India y el mundo árabe está incluida en buena parte de su amplia gastronomía, desde el “tahín" de cordero marroquí, hasta el “chai”, bebida de té, propio de La India, por no citar que forma parte de lo que conocemos como “Curry”. En el medioevo se recomendaban, al menos a los ricos o pudientes, baños de agua caliente con canela para combatir o ahuyentar la peste.

Hoy su cultivo se ha extendido por otros países de similar latitud, como por ejemplo Madagascar o la zona del Caribe. Se sugiere hacer café con agua en la que se haya hervido una ramita de canela. De hecho en uno de los países de origen, la India, se prepara el té o “chai”, que consiste en una decocción de canela en rama, cardamomo, clavo, jengibre y azúcar, a lo que se añade té negro y se sirve con leche fría. También es un excelente complemento de carne de cordero y cerdo, así como añadida a algunos purés de verduras, por ejemplo el de calabaza o guisos agridulce. La canela a veces se confunde con la cásia, que si ambas están molidas, es fácil confundirse, no en vano se conoce a la cásia como “canela china”.

La canela, tomada en ayunas y de forma excesiva, puede resultar tóxica.





sábado, 17 de octubre de 2009

La magdalena de Proust






"Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y por la perspectiva de otro triste día tan melancólico por venir, me llevé a los labios una cucharada de té en la que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme esa alegría tan fuerte? Me daba cuenta de que iba unida al sabor del té y del bollo, pero le excedía en mucho, y no debía ser de la misma naturaleza. ¿De dónde venía y qué significaba? ¿Cómo llegar a aprehenderlo? Bebo un segundo trago, que no me dice más que el primero; luego un tercero, que ya me dice un poco menos.
[...] Vuelvo con el pensamiento al instante en que tomé la primera cucharada de té, y me encuentro con el mismo estado, sin ninguna claridad nueva. Pido a mi alma un esfuerzo más que me traiga otra vez esa sensación fugitiva.
[...] Y luego, por segunda vez, hago el vacío frente a ella, vuelvo a ponerla cara a cara con el sabor aún reciente del primer trago de té y siento estremecerse en mí algo que se agita, que quiere elevarse, algo que acaba de perder ancla a una gran profundidad, no sé el qué, pero va ascendiendo lentamente; percibo la resistencia y oigo el rumor de las distancias que va atravesando.
[...] Y de pronto el recuerdo surge. Ese sabor es el que tenía el pedazo de magdalena que mi tía Leoncia me ofrecía, después de mojado en su infusión de té o de tila, los domingos por la mañana en Combray" [...]

(Marcel Proust, En busca del tiempo perdido)





La forma de la magdalena, tal como nos la describe Proust, y no es la más frecuente, es la de una concha venera, una especialidad concreta del noreste de Francia (madeleine de Commercy), que parece una magdalena de las nuestras cortada en dos verticalmente,  que tiene mayor consistencia y por ello no se deshace al empaparse:

[…] una de esas tortas bajitas y regordetas llamadas magdalenas cuyos moldes parecen haber sido valvas ranuradas de veneras de peregrino".
 



Estos fragmentos, de los más conocidos y nombrados de En busca del tiempo perdido, de Proust, tienen lugar en la primera de las obras, Por el camino de Swan, cuando el narrador rememora recuerdos de su infancia al comer una magdalena con una taza de té, ya que asocia el sabor, la textura y el aroma de la magdalena con ese mismo estímulo vivido años atrás, en la niñez, pensando en los viajes que hacía con sus padres a la casa de la tía Leoncia. Con ello, una vulgar magdalena se ha convertido en el símbolo proustiano del poder evocador de los sentidos.






sábado, 5 de septiembre de 2009

La historia del Tiramisú




 
 
Hace mucho tiempo que el tiramisú encabeza la clasificación de los dulces más amados. En Italia en un sondeo realizado recientemente, lo ha confirmado como postre de cuchara predilecto de los más golosos. Pero su éxito no conoce fronteras: se encuentra, como invitado de honor en la carta de muchísimos restaurantes en cualquier rincón del mundo. No tiene fronteras, ni tan siquiera virtuales, ya que son muy numerosas las páginas web dedicadas a este dulce. No obstante, el origen del tiramisú es sin duda alguna italiano.
  


 
La Toscana y el Véneto, ambas regiones italianas, reclaman la paternidad de esta inimitable delicia. Establecer quién tiene la razón se hace complicado cuando la historia raya la leyenda y el gran tiempo transcurrido limita toda posibilidad de una comprobación objetiva. De todos modos, la versión más acreditada de la historia del tiramisú coloca su nacimiento hacia finales del siglo XVII.

Se cuenta, que el dulce vio la luz en Siena; la ocasión fue una visita del entonces Gran Duque de Toscana, Cosimo III de Medici. Vanidoso, despilfarrador y amante del lujo, el histórico personaje era también bastante goloso y apreció la nueva especialidad que, en su honor, fue bautizada "sopa del duque". A su partida, la noble receta lo siguió a la corte de Florencia, que en aquel entonces era un crisol de intelectuales y artistas procedentes de toda Italia y Europa entera.

Fue así que la "sopa del duque" se hizo famosa, hasta pasar las fronteras del gran ducado para llegar a Treviso y después a Venecia. En donde, sigue la leyenda, se convirtió en el dulce favorito de los cortesanos, dado que le atribuían propiedades excitantes y afrodisíacas. Hasta el punto que se difundió la costumbre de consumir abundantes porciones antes de cada encuentro amoroso. Esta es la razón por la cual la "zuppa del duca" cambió nombre y tomó aquel más alusivo de "tiramisú" (en italiano literalmente "tirame-arriba").

  



viernes, 7 de agosto de 2009

Mousse de cerezas




Mousse de cerezas

Ingredientes:
 
• cerezas del jerte, 1 kilo
• azúcar glas, 200 gramos
• claras de huevo, 4 unidades
• nata líquida, 2 vasos
• limón, 1 unidad
• hojas de menta, al gusto


Preparación
 
Lavar las cerezas, retirar los pedúnculos y los huesos y secarlas. Reservar algunas para decorar y triturar el resto. Montar las claras a punto de nieve firme y añadir, poco a poco, 100 gramos de azúcar batiendo constantemente. Montar la nata muy fría y, cuando esté firme, añadir poco a poco el resto del azúcar. Unir la nata y el merengue con movimientos envolventes para que no pierda volumen, e incorporar de igual modo el puré de cerezas. Verter la preparación en los moldes y congelar 12 horas. Desmoldar la mousse 15 minutos antes de servir, decorar con las cerezas reservadas picadas y las hojas de menta.

Este postre resulta exquisito, lo encontré en el foro de Mundo Recetas.





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