miércoles, 22 de agosto de 2012

El plato fuerte

 
 



«Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo». (Ap 3, 20)


 
Ayer estuve viendo la película  La Misión; es impresionante, me hizo mucho bien.

Una de las escenas que más me impactó fue ésta, el verdadero plato fuerte después del picante:

Sentado Rodrigo con los jesuitas a la mesa, - Padre, quiero darle las gracias por haberme acogido. - Agradecédselo a los guaraníes. - ¿Cómo? - Leed esto.
Al “¿cómo?” de Rodrigo, él responde ahora con la esencia, el plato fuerte, para que se acabe de despojar de las niñerías. Todo lo anterior sólo es preparación para lo mejor, el plato fuerte. La mano de Gabriel escoge con cuidado el libro. Eso es la Biblia, el libro entre los libros; y el Evangelio el alma de esos libros. Y el corazón del Evangelio ese himno a la Caridad (que es Dios Amor), que se puede leer en el capítulo trece de la Primera Carta del apóstol San Pablo a los Corintios.


Primera Epístola a los Corintios
Capítulo 13: 1 Corintios 13


1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.
2 Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy.
3 Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.
4 La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe;
5 es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal;
6 no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad.
7 Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.
8 La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia.
9 Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía.
10 Cuando vendrá lo perfecto, desaparecerá lo parcial.
11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño.
12 Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido.
13 Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad.
 
 

Gracias a la autora del blog Quartier Latin, la escena esencial de la película.
Muchas gracias, amiga.




lunes, 20 de agosto de 2012

Una tarde de agosto...







Schumann
Träumerei (Ensueño)




jueves, 9 de agosto de 2012

Sopa con caldo de congrio

 
 
 


Sopas con caldo de congrio 

Esta receta es muy fácil y es un manjar. Se le ocurrió a mi madre (al menos yo nunca la he visto). Son las típicas sopas de ajo pero realizadas con el caldo de cocer congrio. Exquisitas, melosas...
 
Como dice Neruda en su Oda al caldillo de congrio:

"....para que en este plato tú conozcas el cielo"

 No es la misma receta que la del caldillo de congrio, pero son deliciosas.

Ingredientes (4 personas)
 
Pan duro 200-250 g (de hogaza es perfecto), un diente de ajo, una cucharadita de pimentón (de la Vera mejor), sal, aceite de oliva virgen extra (aproximadamente 8 cucharadas), 3 rodajas de congrio abierto (también puede hacerse con congrio cerrado, pero después no se aprovecha, o también con una cabeza de congrio), 4 huevos y 2 hojas de laurel.

Preparación

Poner agua a calentar en una cazuela y añadimos el congrio, los 4 huevos, el laurel y sal.

Dejamos cocer 20 minutos aproximadamente (los huevos con 15 minutos suficiente).

Cortamos el pan en lonchas muy finas y no demasiado grandes. Majamos el diente (o dientes) de ajo y reservamos. Colocamos el pan en cazuelas de barro individuales (siempre lo tomamos así porque las sopas están más "melosas" y conservan mejor el calor).

Cuando estén cocidos el congrio y los huevos los retiramos de la cazuela y añadimos  al caldo el ajo majado con el aceite y el pimentón. Removemos.  Antes de que hierva ("ajo hervido, ajo perdido", decía mi abuela) vertemos el caldo en cada cazuela de barro; más o menos caldoso, según el gusto de cada uno. Dejamos que repose unos minutos para que el caldo impregne bien el pan. Yo siempre las tomo con cuchara de madera.


Después preparamos el congrio al "ajo arriero" con los huevos cocidos.

 Es un plato tradicional de la cocina de Castilla y León desde la Edad Media.





Preparación del congrio al ajo arriero

Sartén con aceite al fuego. Cortamos los ajos laminados (2 ó 3 dientes), doramos los ajos y, apartando la sartén del fuego (muy importante porque se quema el pimentón), añadimos el pimentón y un chorro de vinagre; lo vertemos encima del congrio y de los huevos, previamente cortados en cuartos o en mitades.

La conocida Oda al caldillo de congrio y la receta al estilo que nos sugiere Pablo Neruda

Se puede preparar el plato sin ninguna dificultad siguiendo el poema.


ODA AL CALDILLO DE CONGRIO

En el mar
tormentoso
de Chile
vive el rosado congrio,
gigante anguila
de nevada carne.
Y en las ollas
chilenas,
en la costa,
nació el caldillo
grávido y suculento,
provechoso.
Lleven a la cocina
el congrio desollado,
su piel manchada cede
como un guante
y al descubierto queda
entonces
el racimo del mar,
el congrio tierno
reluce
ya desnudo,
preparado
para nuestro apetito.
Ahora
recoges
ajos,
acaricia primero
ese marfil
precioso,
huele
su fragancia iracunda,
entonces
deja el ajo picado
caer con la cebolla
y el tomate
hasta que la cebolla
tenga color de oro.
Mientras tanto
se cuecen
con el vapor
los regios
camarones marinos
y cuando ya llegaron
a su punto,
cuando cuajó el sabor
en una salsa
formada por el jugo
del océano
y por el agua clara
que desprendió la luz de la cebolla,
entonces
que entre el congrio
y se sumerja en gloria,
que en la olla
se aceite,
se contraiga y se impregne.
Ya sólo es necesario
dejar en el manjar
caer la crema
como una rosa espesa,
y al fuego
lentamente
entregar el tesoro
hasta que en el caldillo
se calienten
las esencias de Chile,
y a la mesa
lleguen recién casados
los sabores
del mar y de la tierra
para que en ese plato
tú conozcas el cielo.

 Pablo Neruda



 

miércoles, 8 de agosto de 2012

Chavela Vargas: "...la muerte en sí no es triste"







"... Que el corazón no se pase de moda" ... cantaba ...

El domingo, 5 de agosto, falleció la "dama de las rancheras", Chavela Vargas, cantante mexicana, de origen costarricense.

En una entrevista se refirió a la muerte con estas palabras:

“Pues… es que la muerte en sí no es triste. Yo tengo un concepto de la muerte que quizá van a decir ‘está loca’, pero es hermosísimo: para mí es tan hermoso morir como vivir. Vivir bonito, morir bonito; es otra vida, un decir: ‘Hasta luego, allá nos vemos’. No es la tragedia espantosa, no la considero así. Yo concibo la muerte muy generosa, muy bella.”






Ojalá que te vaya bonito.

Descanse en paz.




martes, 7 de agosto de 2012

Ándeme yo caliente...



Bodegón. Chardín



 Y ríase la gente.
Traten otros del gobierno
Del mundo y sus monarquías,
Mientras gobiernan mis días
Mantequillas y pan tierno,
Y las mañanas de invierno
Naranjada y aguardiente,
Y ríase la gente.

Coma en dorada vajilla
El príncipe mil cuidados,
Cómo píldoras dorados;
Que yo en mi pobre mesilla
Quiero más una morcilla
Que en el asador reviente,
Y ríase la gente.

Cuando cubra las montañas
De blanca nieve el enero,
Tenga yo lleno el brasero
De bellotas y castañas,
Y quien las dulces patrañas
Del Rey que rabió me cuente,
Y ríase la gente.

Busque muy en hora buena
El mercader nuevos soles;
Yo conchas y caracoles
Entre la menuda arena,
Escuchando a Filomena
Sobre el chopo de la fuente,
Y ríase la gente.

Pase a media noche el mar,
Y arda en amorosa llama
Leandro por ver a su Dama;
Que yo más quiero pasar
Del golfo de mi lagar
La blanca o roja corriente,
Y ríase la gente.

Pues Amor es tan cruel,
Que de Píramo y su amada
Hace tálamo una espada,
Do se junten ella y él,
Sea mi Tisbe un pastel,
Y la espada sea mi diente,
Y ríase la gente

 

Letrillas satíricas 1581




 Las suculentas morcillas...






 


jueves, 2 de agosto de 2012

Joaquín Sorolla, el pintor de la luz II




Niños a la orilla del mar, verano, 1903
 Museo Sorolla


Las pinturas de Sorolla más conocidas son sus escenas de playa. Con esta obra, Verano, comienza un nuevo camino. Cuando cesa la etapa de crítica social, cambia radicalmente su concepción de la pintura. El protagonismo lo adquiere ahora la luz. Es en este punto cuando empieza a ser criticado por sus contemporáneos, muchos de los cuales preferían la visión de otros pintores como Zuloaga. En sus nuevos óleos, el artista olvida la crítica a la realidad española. Muestra niños sanos jugando o nadando a orillas del mar bajo la mirada incesante de sus madres. La captación de lo fugaz, lo momentáneo, se convierte en una obsesión, y esta obsesión por los efectos luminosos llegó hasta tal punto que creyó fracasar:

 “Los pintores no pueden nunca reproducir la luz del sol como es en realidad…Yo solo consigo acercarme a su verdad”.

Su gran logro fue también su principal crítica. Valle –Inclán llega a llamarlo, junto a otros pintores de la escuela naturalista, “bárbaros luminosos”. Crítica debida a una manera optimista de ver España (la luz vence a la sombra) muy contraria a la visión de los escritores de la Generación del 98.

Pasaba los inviernos en Madrid y los veranos en las playas valencianas. Trasladaba a la playa su caballete y sus lienzos, y allí pasaba gran parte de la jornada plasmando en ellos las escenas que tanto le gustaban y que iluminaría con la luz de las diferentes horas. 

Escribía Sorolla a su mujer en noviembre de 1907:
Querida Clotilde. Estoy ya en ésta desde las 4 de la tarde, y he gozado mucho con el espléndido espectáculo de tanta luz y color. El día tibio y agradable contribuye; no he desperdiciado un momento viendo cosas bonitas: ¡el agua era de un azul tan fino! y la vibración de luz era una locura. He presenciado el regreso de la pesca: las hermosas velas, los grupos de pescadores, las luces de mil colores reflejándose en el mar, la picante conversación de muchos de mis viejos modelos, me proporcionaron un rato difícil de olvidar.

Sus escenas de playa reflejan el estado anímico del pintor; al principio son más agitadas, con niños correteando y, poco a poco, más pausadas, sobre todo, después del  éxito obtenido en los Estados Unidos.


La hora del baño, 1904
Colección privada

  
Verano, 1904


Niños corriendo por la playa, 1908
Museo de Bellas Artes de Asturias


Museo Sorolla


En los primeros meses de 1909 expone en Estados Unidos con un éxito absoluto. Los lienzos que realiza durante el verano siguiente muestran la satisfacción del pintor. Son vitalistas, de paleta brillante pero moderada en las luces y muy elegantes. En este caso, recoge a su mujer, Clotilde, y a su hija mayor, María Clotilde, paseando por la playa.

Realiza una serie de temas de playa que se caracterizan por ser pausados, tranquilos, sin aguas agitadas ni niños correteando por la arena. Representa adolescentes y damas a la orilla del mar. Cobran una gran relevancia la sombrillas, que filtran la luz solar y su paleta se suaviza, impulsando los valores de los blancos.



La hora del baño, Valencia, 1909
Museo Sorolla


Niña en la playa, 1910


Rapidez para captar el instante, la luz, casi como una fotografía.

Él mismo dejó escrito  lo que para él significaba la pintura:

"Me sería imposible pintar despacio al aire libre. No hay nada inmóvil en lo que nos rodea. Pero aunque todo estuviera petrificado y fijo, bastaría que se moviera el sol, lo que hace de continuo, para dar diverso aspecto a las cosas".

Un vídeo que refleja esta idea de Sorolla: la captación de lo momentáneo y lo fugaz durante este paseo a la orilla del mar.






Un repaso de sus obras, acompañado por Dmitri Shostakóvich 






Para terminar, su última obra catalogada: El estudio de Cristo, fechada en 1883. Fue pintada durante su etapa de juventud, mientras trabajaba en el estudio fotográfico de su futuro suegro. Y Sorolla se la regaló a su futura suegra. La pieza fue subastada como anónima en 2006, y ha sido descubierta por el grupo de investigadores que dirige Ximo Company, catedrático valenciano de Historia del Arte.

Una obra singular dentro de su trayectoria pictórica, con claras influencias de Velázquez, su tan admirado pintor:

«Luego he hecho una corta visita a Velázquez que aunque cariñoso y comunicativo, te pone serio y de mal humor, vaya un coloso, eso es lo mejor del mundo», escribió Sorolla a su mujer Clotilde tras una visita al Prado.




Estudio de Cristo (detalle)







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