miércoles, 26 de septiembre de 2012

Al otoño

 
 
 
Crisantemos. Kuroda Seiki



Oda al otoño
 
I
Estación de las nieblas y fecundas sazones,
colaboradora íntima de un sol que ya madura,
conspirando con él cómo llenar de fruto
y bendecir las viñas que corren por las bardas,
encorvar con manzanas los árboles del huerto
y colmar todo fruto de madurez profunda;
la calabaza hinchas y engordas avellanas
con un dulce interior; haces brotar tardías
y numerosas flores hasta que las abejas
los días calurosos creen interminables
pues rebosa el estío de sus celdas viscosas.
 
II
¿Quién no te ha visto en medio de tus bienes?
Quienquiera que te busque ha de encontrarte
sentada con descuido en un granero
aventado el cabello dulcemente,
o en surco no segado sumida en hondo sueño
aspirando amapolas, mientras tu hoz respeta
la próxima gavilla de entrelazadas flores;
o te mantienes firme como una espigadora
cargada la cabeza al cruzar un arroyo,
o al lado de un lagar con paciente mirada
ves rezumar la última sidra hora tras hora.
 
III
¿En dónde con sus cantos está la primavera?
No pienses más en ellos sino en tu propia música.
Cuando el día entre nubes desmaya floreciendo
y tiñe los rastrojos de un matiz rosado,
cual lastimero coro los mosquitos se quejan
en los sauces del río, alzados, descendiendo
conforme el leve viento se reaviva o muere;
y los corderos balan allá por las colinas,
los grillos en el seto cantan, y el petirrojo
con dulce voz de tiple silba en alguna huerta
y trinan por los cielos bandos de golondrinas.
 
John Keats
 



 

viernes, 21 de septiembre de 2012

Colores de otoño




“El dibujante se puede hacer, pero para dar color hay que nacer” 

 Eugène Delacroix




Otoño dorado. Isaac Levitan



Bosque en otoño. Iván Shishkin



Gloria de otoño- Willard Metcalf



Efecto de otoño. Francis Picabia



Azafranes de otoño. Felix Vallotton



Otoño en el Sena y Argenteuil. Claude Monet



Hojas de otoño. Ejercicio musical. Isaac Levitan



Escena de otoño en Leeds. John-Atkinson-Grimshaw



Tarde de otoño. Ferdinand Hodler



Otoño. Frederick Childe-Hassam



Tarde de otoño. Emile Nolde



Otoño dorado. Isaac Brodsky



Otoño, escena de lago. Jervis-McEntee



Paisaje de otoño. Isaac Levitán



En el brillo dorado de otoño. John-Atkinson-Grimshaw



Tarde dorada. Childe Hassam



Por la corriente, otoño. Paul Gauguin



Otoño en Grand-Lemps. Pierre Bonnard



Paisaje de otoño con cuatro árboles. Vincent Van Gogh



Otoño. Giovanni-Giacometti



Tarde de otoño. Alfred Sisley



Otoño en Sertig-Valley. Ernst-Ludwig-Kirchner



El puente de Argenteuil en otoño. Pierre Auguste Renoir



Paisaje del valle del Sena o paisaje de otoño. Maurice de Vlaminck



Otoño, Eragny. Camille Pissarro



Otoño de oro. Isaac Levitan


 
SONETO DEL OTOÑO


En el año el otoño es un sosiego
y es la más suave de las estaciones
en ella se perdonan los perdones
y renace el anhelo solariego

el otoño no tiene sol de fuego
ni turbas ni dramáticas visiones
los dolores se van de vacaciones
y la brisa en las tardes es un juego

en el otoño pasa la jornada
lentamente / con calma / con olvido
y con la mente bien despabilada

digamos que en la paz está la clave
del ocio saludable y compartido
porque el otoño es eso / vida suave.


  Mario Benedetti




 

viernes, 14 de septiembre de 2012

La brisa



Montañas azules. Karen Hollingsworth


Aliento de la mañana
que vas robando en tu vuelo
la esencia pura y temprana
que la violeta lozana
despide en vapor al cielo:

Dime, soplo de la aurora,
brisa inconstante y ligera,
¿vas por ventura a esta hora
al valle que te enamora
y que gimiendo te espera?

¿O vas acaso a los nidos
de los jilgueros cantores
que en la espesura escondidos
te aguardan medio adormidos
sobre sus lechos de flores?

¿O vas anunciando acaso,
sopla del alba naciente,
al murmurar de tu paso,
que el muerto sol del ocaso
se alza un niño en Oriente?

Recoge tus leves alas,
brisa pura del Estío,
que los perfumes que exhalas
vas robando entre las galas
de las violetas del río.

Detén tu fugaz carrera
sobre las risueñas flores
de la loma y la pradera,
y ve a despertar ligera
al ángel de mis amores.

Y dile, brisa aromada,
con tu murmullo sonoro,
que ella es mi ilusión dorada,
y que en mi pecho grabada
como a mi vida la adoro.

Manuel Acuña


  
 

lunes, 10 de septiembre de 2012

El universo femenino de Berthe Morisot




En el comedor


Berthe Morisot (Bourges, 1841 - París, 1895) fue una pintora impresionista francesa. Nace en el seno de una familia de la alta burguesía, y fue precisamente su familia, quien animó a Berthe y a su hermana Edma a iniciarse en el arte, algo nada frecuente en el siglo XIX. 

Cuando tenía 20 años, conoció a su admirado Camille Corot, importante paisajista de la Escuela de Barbizon. Éste la admitió como su discípula y la introdujo en los círculos artísticos.
A pesar de su condición burguesa, Berthe toma la decisión de ser artista, no de forma aficionada, sino como profesional, lo que la vincularía al grupo de los impresionistas, la vanguardia del momento. Fue la primera mujer a la que éstos admitieron en su grupo. Desde un comienzo se destacó entre ellos, y no por ser mujer, sino por la sensibilidad y delicadeza de su obra:

"No creo que exista un hombre que haya tratado a una mujer como su igual y es todo lo que pedí; sin embargo, estoy segura que valgo tanto como ellos", expresó alguna vez, refiriéndose al tema.

Si bien su decisión de dedicarse a la pintura fue considerada casi revolucionaria para la época, siempre mantuvo su vocación. Ya en un principio, el profesor particular de pintura, Guichard, que compartía con su hermana (por ser mujeres no podían ser admitidas en las escuelas oficiales de arte), hizo saber alarmado a su padre:

 “Teniendo en cuenta la buena disposición de sus hijas, mis enseñanzas sólo les servirán para hacer bobitos dibujos caseros de poca monta. Tienen que hacerse pintoras. ¿Se da cuenta de lo que eso significa? En los ambientes de la clase superior a la que ustedes pertenecen, eso sería revolucionario, puede decirse que casi catastrófico”.

A los 27 años conoció a Édouard Manet y en 1874 se casó con Eugène Manet, su hermano menor. Eugène siempre se mostró colaborador con el talento de su mujer y la ayudó a desarrollarse en un mundo de hombres, como ella dejó escrito: 

“He encontrado un hombre bueno y honesto que, creo, me quiere de verdad. Estoy viviendo la vida positivamente, después de años de fantasía…”

Su círculo cercano de amistades estuvo formado por intelectuales y artistas como Renoir, Monet, Pissarro, Degas o Mallarmé.


Autorretrato


En su obra la mujer cobra presencia con temas cotidianos; por primera vez el universo femenino es retratado con la mirada de una mujer; refleja la vida de las mujeres burguesas, acompañadas por sus hijos y sus criadas domésticas, de forma detallada y delicada. Pero para ella los temas sólo tienen una importancia secundaria, casi insignificante; no son sino un pretexto para los efectos luminosos.

 Como en estas escenas relacionadas con la cocina y la vida doméstica...



La pequeña criada



El comedor de la familia Rouart



Interior de la casa de campo



Después de la comida



El té



La lección de costura (Julia Manet con su niñera)



El cuenco de leche



Niña llevando una cesta



Sopera y manzana



Naturaleza muerta con una manzana cortada y jarra



Mujer regando



En la terraza



Cosiendo en el jardín de Bougival


Distintas escenas de la vida cotidiana y la música...


El espejo de vestir



En el baile



El piano



Lucie León al piano



Julia en la mesa


La representación del universo de los sentimientos femeninos fue un asunto tan permanente en la obra de Berthe, que su amigo el poeta francés Paul Valéry solía decir de ella que "vivía su pintura" y "pintaba su vida". Y así fue hasta el final de sus días.

Como en estas escenas al aire libre...



 
La lección (su marido y su hija)



Eugène Manet con su hija Julie en el jardín de Bougival



Escondite



En un parque



Bajo la lila en Maurecour



Cazando mariposas


O sus marinas...

 En una villa junto al mar



Marina, el puerto de Lorient


Leyendo...


La lectura (Madame Morisot y su hija, Madame Pontillon)



  Edma Morisot leyendo



Retrato de la hija de la artista, Julie Manet, en Gorey



La fábula


Una fiesta para los ojos son sus jardines...



El jardín en Bougival



 Malvarosas



Niña en el jardín de rosas


Sus objetos y flores...



La jaula




Flores blancas en un recipiente



Rosas



Dalias



Peonías



Narcisos


Y la escena más intimista, su hermana Edma velando a su hija Blanche...


La cuna


La vida de Berthe Morisot se vio ensombrecida por la muerte de Édouard Manet en 1883, la de su esposo, en 1892, y la de su hermana. Educó sola a su hija, Julie Manet, con quien mantuvo siempre lazos muy fuertes. Al morir confió su hija a sus amigos, Edgar Degas y Stéphane Mallarmé.

Murió de neumonía,  en París, a los 54 años, una mañana del 2 de marzo de 1896, dejando sus pinturas a sus amigos Degas, Monet y Renoir. Aunque ya gozaba de reconocimiento como artista -llegó a pintar más de 700 obras- su médico anotó en el certificado de defunción: "sin profesión".



Pierre Auguste Renoir, Retrato de Julia Manet


No llegó a ser reconocida internacionalmente hasta 1905, en la exposición impresionista de Londres. Pasó casi un siglo hasta que su trabajo obtuvo el crédito que merecía.

No obstante, su figura no ha sido suficientemente valorada,  ensombrecida por la de sus compañeros varones (no aparece en los temarios oficiales, ni siquiera una reseña).



Édouard Manet, Retrato de Berthe Morisot


Su amigo, Degas, dijo de ella:

"Su nombre y su talento son demasiado importantes para nosotros como para que podamos prescindir de ella".

Y así la recordaba Paul Válery:

"...vivía en sus ojos grandes [...] Era sencilla, pura, íntima y apasionadamente trabajadora, más bien reservada, pero con una reserva llena de elegancia..."










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