Hu Jun Di
Poema Cui-Ping-Sing de Agustín de Foxá:
Ella, Cui Ping Sing, es la hija de Afu, el domador de peces. Vive en una humilde choza de bambú desmayado. Él, Hoang Ti, es primer ministro y mandarín del joven Emperador de China. Y por encargo imperial busca esposa para el Monarca. Con un equipo de pintores, Hoang Ti recorre el Imperio, retratando a las jóvenes más bellas para que el Emperador elija. En una remota aldea conoce a Cui Ping Sing y el amor le presiona las sienes.
Escucha…
¿En qué otro mundo de cerezas raras
oí tu voz? ¿En qué planeta lento
de bronces y de nieve, vi tus ojos
hace un millón de siglos? ¿Dónde estabas?
Fuiste agua hace mil años.
Yo era raíz de rosa, y me regabas…
Fuiste campana de Pagoda, yo era
nervio del ojo que miró a tu bronce.
Nos hemos perseguido
alma con alma, atravesando cuerpos
peregrinos de venas y latidos,
por pieles de animales, por estambres,
escamas, esqueletos cortezas;
por mil cuerpos y sangres diferentes,
alma con alma, cincelando torres
de espíritu con lágrima y sonrisa…
... Hoang:
Tú fuiste, Cui-Ping-Sing, todo lo claro,
el cisne o la ceniza.
Yo fui todo lo oscuro,
la raíz, la tortuga.
Tus pechos
son dos nidos calientes,
tejidos en la rama de un almendro...
Hu Jun Di
Y pensar que, después que yo me muera,
Foxá que lleva muerto tantos años,
seguirá vivo en Cui-Ping-Sing, su obra
maestra, que escribió en el 38
y dio a la luz un par de años después.
Y eso que el bueno de Foxá no era,
ni mucho menos, un perfeccionista
del verso. Le importaban otras cosas:
la vida, por ejemplo, esa que él dice
en su mejor poema que, desnuda,
azul, lasciva, bailaría eterna-
mente en el escenario de su tumba.
Y vaya si lo hizo. En Cui-Ping-Sing
aún canta Dios setenta años más tarde,
por medio de Foxá, la serenata
de emoción y temblor que es la existencia
humana, el quid de la literatura.
Hu Jun Di
Las otras son mujeres,
pero ella es el amor.
Las otras pasan,
miran y besan; son lagos azules
en cuya orilla se refleja el alma.
Pero ella es lago
que no refleja, ahoga.