Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostálgico.
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.
Yo quiero ser de plata. -Hijo, tendrás mucho frío. -Mamá. Yo quiero ser de agua. -Hijo. tendrás mucho frío. -Mamá. Bórdame en tu almohada. - ¿Eso sí! ¡Ahora mismo!
Limpiar los oricios o erizos de mar no es nada difícil y, con algo de cuidado, no conlleva riegos de pinchazos.
A la hora de limpiarlos, debemos hacerlo encima de un bol amplio. Cogemos uno y le colocamos con la boca hacia arriba. Le practicamos una incisión con la punta de un cuchillo o unas tijeras de cocina. En este paso te darás cuenta de que el caparazón del erizo para nada es duro, más bien al contrario, es algo frágil.
Vertemos sus jugos en el bol y recortamos la boca del erizo. Esta parte la descartamos y sacamos la carne rojiza del interior, que son las gónadas u órganos sexuales del erizo de mar, a un bol limpio. Desechamos todo lo demás.
En este paso, si vamos a usar los caparazones de los erizos para rellenarlos, tendremos que recortar algo más la zona del hueco. Una vez agrandado, lavamos bien por dentro y dejamos escurrir boca abajo.
Una vez tengamos todos los erizos limpios, su jugo pasado por un colador o chino, y la carne limpia, ya podemos decidir en qué receta usar la carne del erizo, ya sea en crudo o bien en elaboraciones como cremas, sopas, carpaccios, pudines, etc.
¡Exquisito!
El pescadero me ha enseñado una nueva receta, muy fácil: se añade un poco de sal en la boca de los oricios. Tres minutos en el microondas y ¡listos!