viernes, 2 de septiembre de 2011

Septiembre mágico: Rusalka de Dvorak






Rusalka (término checo que significa ondina, "mujer encantada"), es una ópera en tres actos de Antonín Dvorak.
Ésta es el aria más conocida, la Canción a la luna, que canta Rusalka para pedirle que la convierta en un ser humano, que pueda ser amado por el Príncipe:
  
Luna, que con tu luz iluminas todo 
desde las profundidades del cielo 
y vagas por la superficie de la tierra 
bañando con tu mirada el hogar de los hombres. 
¡Luna, detente un momento 
y dime dónde se encuentra mi amor! 
Dile, luna plateada, 
que es mi brazo quien lo estrecha, 
para que se acuerde de mí 
al menos un instante. 
¡Búscalo por el vasto mundo 
y dile, dile que lo espero aquí! 
Y si soy yo con quien su alma sueña 
que este pensamiento lo despierte. 
¡Luna, no te vayas, no te vayas! 

El libreto en checo, basado libremente en un cuento de Hans Christian Andersen  (La Sirenita), fue escrito por el poeta Jaroslav Kvapil. Parece ser que Dvorak, cuando lo leyó, se interesó enseguida, y compuso su obra lírica más importante.

 Nos narra esta historia:

Una hermosa noche de verano, las ondinas juegan en un lago del bosque y bromean con el viejo espíritu de las aguas. Sin embargo, una no está completamente entregada al juego: Rusalka ama al príncipe que va a cazar con frecuencia a ese lugar, el cual no puede verla porque es invisible a los ojos humanos. Rusalka anhela tener un cuerpo humano y vivir la vida de una mujer. El espíritu de las aguas intenta inútilmente disuadirla. Rusalka recurre a la bruja Jezibaba , que puede cumplir su deseo,  pero que le impone una condición difícil: enmudecer. Sin embargo, nadie puede disuadirla de su deseo. Y así, el príncipe, que se ha enamorado de ella, la lleva a su castillo. Pero su amor se enfría poco a poco, pues no puede entender a la extraña mujer, bella y siempre silenciosa. A una princesa le resulta fácil llamar la atención del príncipe. El espíritu de las aguas, que no puede soportar más el sufrimiento de Rusalka, se la arrebata al príncipe. Sólo entonces comprende éste que ha amado a un ser del reino de los espíritus. Su deseo despierta otra vez y envía mensajeros para que encuentren a Rusalka. Esta vagabundea desesperada; ha sido desterrada del reino de las aguas; no puede y no quiere volver al reino de los hombres. La bruja le sugiere una solución: si mata al príncipe quedará redimida y podrá volver a las profundidades del lago. Pero Rusalka sigue amando al príncipe y, cuando éste llega por fin, enfermo de nostalgia, al borde del lago, la ondina quiere salvarlo. El príncipe sabe que el beso de Rusalka se ha vuelto mortal para él, pero anhela ese final. Muere en el instante más dichoso de su vida, cuando Rusalka le besa por última vez.


Una música muy bella, envolvente, mágica. Dedicada especialmente a mi hermana.





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