sábado, 28 de febrero de 2015

Solo música

 
 

 
Buen fin de semana.
 
 
 
 


martes, 24 de febrero de 2015

Simonetta Vespucci

      

El nacimiento de Venus (detalle). Sandro Botticelli

 
Simonetta,
por tu delicadeza
la tarde se hace lágrima,
funeral oración,
música detenida.
Simonetta Vespucci,
tienes el alma frágil
de virgen o de amante.
Ya Judith despeinada
o Venus húmeda
tienes el alma fina de mimbre
y la asustada inocencia
del soto de olivos.
Simonetta Vespucci,
por tus dos ojos verdes
Sandro Boticelli
te ha sacado del mar,
y por tus trenzas largas
y por tus largos muslos,
Simonetta Vespucci
que has nacido en Florencia.

 Antonio Colinas (De Sepulcro en Tarquinia)
 
 

 
 

Dicen...

 
 
 
Anémonas.  John Williams Waterhouse
 
 
Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
de mí murmuran y exclaman:
                                                            —Ahí va la loca soñando
con la eterna primavera de la vida y de los campos.
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.
 
—Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
con la eterna primavera de la vida que se apaga,
y la perenne frescura de los campos y las almas,
aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.
 
Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?
 
Rosalía de Castro
 
 

 
 

domingo, 22 de febrero de 2015

"Fuuuuummm"






"Fuuuuummm" o algo así.  No creo que haya una onomatopeya exacta para esto...



  
                     

viernes, 20 de febrero de 2015

No conozco...

 
 
 
Niñas en camisón, Ricardo Sanz



No conozco unos ojos más limpios
que los tuyos. Estás en ellos
y a la vez están
las cosas que tú ves
como las ves: el pájaro
no el vuelo. Y siempre te sorprendes
si te digo
las cosas que se dicen
los que aman. Me miras
y me enseñas
que el cuerpo del amor
-como tus ojos-
no precisa
palabras. Que es
-como tus ojos-


transparente.
 
Ada Salas (dedicado a su madre)

 
 
 

miércoles, 18 de febrero de 2015

Cuídame




Madre e hijo. Pablo Picasso


Cuida de mis labios,
cuida de mi risa,
llévame en tus brazos, llévame sin prisa.
No maltrates nunca mi fragilidad,
pisaré la tierra que tú pisas.

Cuida de mis manos, cuida de mis dedos
dame la caricia que descansa en ellos.
No maltrates nunca mi fragilidad,
yo seré la imagen de tu espejo.

Cuida de mis sueños, cuida de mi vida,
cuida a quien te quiere,
cuida a quien te cuida.
No maltrates nunca mi fragilidad,
yo seré el abrazo que te alivia.




Madre e hijo. Gustav Klimt


Cuida de mis ojos, cuida de mi cara,
abre los caminos, dame las palabras.
No maltrates nunca mi fragilidad,
soy la fortaleza de mañana…

Cuida de mis sueños, cuida de mi vida,
cuida a quien te quiere, cuida a quien te cuida.
No maltrates nunca mi fragilidad,
yo seré el abrazo que te alivia.


Pedro Guerra









sábado, 14 de febrero de 2015

Soneto de amor

 
 
 
El beso (detalle), Gustav Klimt


Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
 
Félix Lope de Vega
 
 
 

 
 

¡Feliz día de San Valentín!
 
 
 
 

viernes, 13 de febrero de 2015

Despertad


 
 
La bella durmiente. Leon Bakst
 
 
"Descorazonado, estaba a punto de retroceder cuando, al apartar una rama, vio… Siguió avanzando hasta llegar al castillo. El puente levadizo estaba bajado. Llevando al caballo sujeto por las riendas, entró, y cuando vio a todos los habitantes tendidos en las escaleras, en los pasillos, en el patio, pensó con horror que estaban muertos, Luego se tranquilizó al comprobar que solo estaban dormidos. “¡Despertad! ¡Despertad!”, chilló una y otra vez, pero en vano. Cada vez más extrañado, se adentró en el castillo hasta llegar a la habitación donde dormía la princesa. Durante mucho rato contempló aquel rostro sereno, lleno de paz y belleza; sintió nacer en su corazón el amor que siempre había esperado en vano. Emocionado, se acercó a ella, tomó la mano de la muchacha y delicadamente la besó… Con aquel beso, de pronto la muchacha se desemperezó y abrió los ojos, despertando del larguísimo sueño". 
 
(Fragmento. “La bella durmiente del bosque")
 

 
 
 
Tchaikovsky: La bella durmiente del bosque, Adagio de la Rosa
 



 
 
 
 

miércoles, 11 de febrero de 2015

Nubes






Con la descripción de las nubes
debería darme mucha prisa,
después de una milésima de segundo
dejan de ser ésas y empiezan a ser otras.

Es propio de ellas
no repetirse nunca
en formas, matices, posturas y orden.

Sin la carga de ningún recuerdo
se elevan sin problemas sobre los hechos
¡De qué van a ser testigos!,
en un segundo se disipan en todas direcciones.

En comparación con las nubes
la vida parece tener los pies sobre la tierra,
se diría que es inmutable y prácticamente eterna.




Frente a las nubes
hasta una piedra parece un hermano
en el que se puede confiar
y las nubes, nada, primas lejanas y frívolas.

Que exista la gente si quiere,
y después que se muera uno tras otro,
poco les importan a las nubes
esas cosas
tan extrañas.

Sobre toda Tu vida
y también la mía, aún incompleta,
desfilan pomposas igual que desfilaban.

No tienen la obligación de morir con nosotros.
No necesitan ser vistas para poder pasar.

Wislawa Szymborska
 
 


Imágenes: John Constable, Estudio de nubes (1) Estudio de nubes: atardecer tormentoso (2)
 

 
 

sábado, 7 de febrero de 2015

Oh, qué confiados...

 
 
 
Robert Hope
 
 
Lo más raro, después de todo,
no es morirse. Es
no haber podido terminar
el dobladillo de la saya
que dejamos sobre la mesa,
oh, qué confiados.
 
Fina García Marruz, de  El instante raro
 
 
 
 

viernes, 6 de febrero de 2015

Ya sé...

 
 
 
Joseph Lorusso
 
 

Ya sé que debo tomarme el amor
con calma. Que en la vida cada cosa
tiene su justo tiempo, y que no es bueno
ni sirve para nada el impaciente
deseo de la dicha. La hierba crece lenta
por los campos mojados, pero siempre
terminan verdeando las saucedas.
El caballo se forma poco a poco en el vientre
de la yegua, pero al final se escuchan
galopes y relinchos. También los versos son
como las raíces bajo la nieve.
Lo sé. Pero... ¿y si yo no me acerco
a ver crecer la hierba, si acaso no te llamo
para quedar contigo esta mañana,
si no cojo tu mano para que tú comprendas,
quién me dice a mí que no te irás
y habré perdido entonces
la ocasión de quererte,
de darte una ocasión de que me quieras?
 
Jesús Beades, Sobre un tema de Yeats
 
 
 
 
 

martes, 3 de febrero de 2015

Arco iris



 
Sandra Batoni
 
 

A veces
por supuesto
usted sonríe
y no importa lo linda
o lo fea
lo vieja
o lo joven
lo mucho
o lo poco
que usted realmente
sea

sonríe
cual si fuese
una revelación
y su sonrisa anula
todas las anteriores
caducan al instante
sus rostros como máscaras
sus ojos duros
frágiles
como espejos en óvalo
su boca de morder
su mentón de capricho
sus pómulos fragantes
sus párpados
su miedo

sonríe
y usted nace
asume el mundo
mira
sin mirar
indefensa
desnuda
transparente

y a lo mejor
si la sonrisa viene
de muy
de muy adentro
usted puede llorar
sencillamente
sin desgarrarse
sin desesperarse
sin convocar la muerte
ni sentirse vacía

llorar
sólo llorar

 

Sandra Batoni, Arco iris

entonces su sonrisa
si todavía existe
se vuelve un arco iris.


Mario Benedetti




 

domingo, 1 de febrero de 2015

Esta verdadera historia



 
 
Craig Mullins, Campo

 
El amor no se entiende, es demasiado
sencillo, hay que añadirle
—para disimular— devastaciones
y zozobras románticas,
me quiere, no me quiere, me querría;
confundir por sistema el amor propio
con todo el universo,
abrir mucho los ojos para así
no ver su claridad. 
 
  Carlos Pujol, Esta verdadera historia
 
 
 
 
 
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