viernes, 25 de diciembre de 2009

¡Feliz Navidad 2009!







Oratorio de Navidad. Juan Sebastián Bach
 




jueves, 17 de diciembre de 2009

El chocolate en la Historia del Arte

 
 


La taza de chocolate. Auguste Renoir (siglo XIX. Impresionismo. Francia)


 
Mujer haciendo chocolate. Arte Precolombino (Maya)



Chocolate caliente. Raimundo de Madrazo y Garrieta (siglo XIX. Realismo. España)




 La bella chocolatera. Jean-Étienne Liotard (siglo XVIII. Rococó. Suiza)



 Bodegón del chocolate. Luis Meléndez (siglo XVIII. Barroco. España)
 
 
 

lunes, 14 de diciembre de 2009

Profiteroles







Ingredientes principales

75 g de harina
65 g de mantequilla
1 ¼ dl de agua
4 huevos
½ litro de nata montada
1 pizca de sal
Huevo batido
Crema pastelera
#PARA LA SALSA#
1 tableta de chocolate para fundir
Nata montada


Receta de: Iñaki Oyarbide


Preparación de la receta


-Poner a hervir el agua con la sal y la mantequilla unos 2 minutos; esta última deberá estar disuelta antes de que comience el hervor.
- Retirar el cazo del fuego e incorporarle de golpe toda la harina, tamizada previamente. Remover con la espátula hasta que la masa quede lisa y sin grumos.
- Volver a colocar el cazo sobre el fogón, a fuego medio durante unos 4 minutos; no dejar de remover, hasta que la masa no sea compacta y se separe de las paredes. Debe quedar muy espesa, de manera que resulte trabajoso moverla con la espátula.
- Posteriormente, retirarla del fuego y dejarla que temple unos minutos.
- Añadirle los huevos uno a uno; después, integrarlos a la mezcla removiendo enérgicamente con la espátula hasta conseguir una masa homogénea.- Introducir el resultado en una manga pastelera de boca ancha.
- A continuación, formar los profiteroles del tamaño deseado (preferiblemente del de una nuez) y colocarlos sobre una placa de horno untada con mantequilla.
- Pintarlos con el huevo batido, utilizando para ello un pincel de cocina.
- Precalentar el horno a 160 grados y hornearlos durante 3 ó 4 minutos. Sacarlos y dejarlos enfriar; luego, hacerles un pequeño corte lateral.
- Por último, utilizando una manga pastelera de boca estrecha, introducir el relleno deseado (nata montada, crema de cacao o crema pastelera) por el corte practicado.
- Para elaborar el chocolate, fundirlo en crudo a fuego muy suave (o al baño María), y remover con la espátula durante 2 minutos sin dejar que hierva.
- Rociar los profiteroles rellenos de nata con chocolate caliente.





miércoles, 9 de diciembre de 2009

Peras al chocolate








Peras al chocolate en el programa Canal Cocina, del cocinero Iñaki Oyarbide. Deliciosas


Ingredientes principales
 
150 g de cobertura de chocolate
2 vasos de leche
200 g de azúcar
3 peras
Una rama de canela
Una rama de vainilla


Preparación de la receta
 
- Pelar las peras (dejándoles el rabito) y cocerlas en la leche con el azúcar, un palo de canela y una rama de vainilla.
- Por otro lado, fundir el chocolate en la leche.
- Servir las peras con el chocolate fundido y, opcionalmente, con helado de vainilla.



 

lunes, 7 de diciembre de 2009

Crêpes de chocolate







Ingredientes

125 gramos de harina
100 cl de leche
25 gramos de mantequilla
2 huevos
1 ramita de canela


Preparación


Batimos los huevos, añadimos la leche y la mantequilla con un toque de microondas. Sin preocuparnos por los grumos, añadimos la harina, un poquito de sal, una cucharada sopera de azúcar y chartreuse (o Cointreau) y lo removemos bien.
Para evitar los grumos lo colaremos todo. Y cuando está colado, añadimos la ramita de canela y lo dejamos en la nevera un par de horas.
Untamos una sartén con mantequilla y echamos la masa de crêpes sin preocuparnos por el primero porque lo vamos a tirar. Sólo nos sirve para preparar la sartén.
Vamos con el bueno. Tres cucharadas soperas de la masa de crêpes, lo distribuimos bien por la sartén. Cuando empiezan a marronear los laterales le damos la vuelta. Sólo queda rellenar las crêpes.


Y de postre, uno de chocolate.

Ingredientes

3 huevos, 3 tazitas de leche, 3 cucharadas de azúcar, 9 cucharadas de harina, una pizca de sal, 100 gr. de chocolate, levadura.

Preparación

Se baten los huevos y se les añade la leche, el azúcar, la sal, la levadura y la harina. se funde aparte el chocolate y se le añade también. Se deja reposar la mezcla una hora y luego ya se pueden hacer las crêpes en una sartén untada de aceite. Se sirven con nata y un poco de canela.






Historia del chocolate








Fue el pueblo mexicano Olmeca (1500 a 400 aC) quien comenzó a elaborar el chocolate en forma de bebida mediante la molienda de las semillas del árbol del cacao, mezcladas al agua y adornadas de especias, guindillas y de hierbas. Pero veremos que España tuvo mucho que ver en la introducción del chocolate en el resto del mundo.

Más tarde, los mayas y aztecas valoraron tanto las semillas de cacao por sus cualidades nutritivas que las convirtieron en moneda. Para ellos, el cacao se trataba de un regalo de los dioses. Perfeccionaron la preparación del chocolate. Las semillas eran primero tostadas y luego trituradas para hacer una pasta que después se mezclaba con agua. Esta mezcla se calentaba hasta que la manteca o grasa del cacao subía a la superficie. Se le quitaba la espuma y luego se volvía a mezclar con la bebida y se batía y se especiaba para tomar en frío. El chocolate gustaba por ser una bebida sumamente energética pero también muy amarga y picante.





Ya en el siglo XVI, gracias a la expedición de Cristóbal Colón a América, los navegantes europeos fueron obsequiados con el chocolate, que entonces no gustó mucho precisamente por ese sabor amargo y picantón. De hecho, la conquista del chocolate por los europeos tuvo lugar en 1519, con la llegada de Hernán Cortés a México. Los aztecas pensaron que Cortés era la reencarnación del Dios y el emperador Moctezuma le ofreció chocolate en un vaso de oro. El conquistador español pronto se dio cuenta del valor nutritivo de esta bebida ya que que permitía a sus soldados resistir todo el día sin tomar ningún otro alimento. El alimento de los dioses de la mitología azteca aparece por primera vez referido en nuestra cultura, en una carta de Hernán Cortés ( 30-10-1520 ) que dice así:
es una fruta como almendras, que ellos venden molida, y tienen en tanto que se trata por moneda en toda la tierra y con ella se compran todas las cosas necesarias en los mercados y otras partes”

Se cuenta que junto a Hernán Cortés viajaba Fray Aguilar, de la Orden del Cister, el cual hizo llegar el cacao al Abad Antonio de Álvaro, que residía en el Monasterio de Piedra de Zaragoza, donde de esta forma se elaboró el chocolate por primera vez en Europa.
Cuando en Francia se instituyó la Orden de Trapa, rama de la cisterciense, el chocolate continuó su difusión entre la Iglesia europea, como se puede comprobar a través de las distintas chocolaterías de los monasterios europeos como el de Poblet.




Pero no sólo el poder eclesiástico se apuntó a la moda del chocolate. La corte también se apuntó a difundir lo delicioso y nutritivo que era el chocolate, ya que incluso se hizo bebida oficial de la Casa Real francesa a través de la boda de la infanta española María Teresa de Austria, hija de Felipe IV, con Luis XIV, hecho que también sirvió en la extensión del chocolate desde Francia hacia el resto de Europa.

Durante el siglo XVII el cacao fue estudiado y difundido a través de diversos tratados y manuales. A finales del siglo ya se podían ver las chocolaterías por las calles de Madrid, París o Londres, en las que el chocolate se endulzaba con miel, azúcar y suaves especias como la vainilla o la canela para adaptarlo al gusto de los europeos y eliminar su amargor y picor.





Un siglo después, el cacao continúa su apogeo comercial. En Norteamérica se fundó la primera fábrica para procesar el cacao y los franceses pusieron de moda los bombones.





A principios del siglo XIX, se empezó la fabricación de las tabletas de chocolate tal y como las conocemos a través de industriales suizos avanzaron en la maquinaria para hacer el chocolate. Entre los empresarios del chocolate más famosos del mundo encontramos a Philiph Suchard, Daniel Peter, Henri Nestlé y Jean Tobler, algunas de cuyas marcas hoy cotinúan vivas.


 
 
 
 
 

domingo, 25 de octubre de 2009

Manzana asada con canela








Una receta de manzana asada con canela y nata, del programa "22 minutos de Canal Cocina", mientras escuchamos la maravillosa canción La Flor de la canela, interpretada por María Dolores Pradera.


Ingredientes

2 manzanas
Mantequilla
Azúcar
1 palo de canela
Canela en polvo
Nata


Preparación de la receta

- Lavar las manzanas y quitarles el corazón.
- Colocar boca abajo en una placa de horno.
- Espolvorear con azúcar y poner una nuez de mantequilla.
- Asar las manzanas a 200ºC.
- Servir las manzanas con la nata y espolvorear con canela molida.





Historia de la canela







Es una de las especias más antiguas que se conocen, muy usada en Asia, pues ya se la cita en un herbario chino de hace más de 5.000 años, en la época que reinaba el emperador Shen-Nung. Y como nos cuenta Plinio, también era conocida por egipcios y fenicios antes del esplendor de griegos y romanos. 




La canela también fue descrita en el libro del Éxodo de la Biblia, refiriéndose a ella a veces de forma sensual y otras en tono sagrado, como para elaborar ungüentos con que dar realce al Tabernáculo. Su uso no era culinario, sino que se usaba como afrodisíaco basándose sólo en su penetrante aroma, al que llamaban “kinnamon”, de ahí que la canela es también conocida en los países angloamericanos, germánicos, nórdicos y eslavos, como “cinamomo” o palabra derivada de esta. El rey de Ceilán, hoy Sri Lanka, de donde es originario el canelo, para lograr que dejaran de aullar los temibles cañones de los veleros portugueses, tuvieron que pagar con 12.000 Kg. de canela en rama, el fin del asedio y en esos tiempos la canela era más valorada que el propio oro. 




En la Edad Media se decía que para ser noble, además de tener alcurnia, demostrable con las armas, debía tener canela, esto último y como demostración debía ir provisto de una “noble” bolsa llena. En esa época, la canela tanto se usaba para platos dulces como para salados, y no fue hasta el siglo XVII cuando se empezó a usar sólo para platos dulces y repostería, aunque la cocina actual vuelve la vista al medievo, como una salsa de canela para acompañar a unos filetes de lenguado, o higos secos aromatizados con ella para acompañar un buen asado.




Actualmente es una de las especias más utilizadas en repostería, fabricación de licores, aromatización de vinos y pastelería, aunque también se usa en platos salados a los que da un toque exótico, pero en países como la India y el mundo árabe está incluida en buena parte de su amplia gastronomía, desde el “tahín" de cordero marroquí, hasta el “chai”, bebida de té, propio de La India, por no citar que forma parte de lo que conocemos como “Curry”. En el medioevo se recomendaban, al menos a los ricos o pudientes, baños de agua caliente con canela para combatir o ahuyentar la peste.

Hoy su cultivo se ha extendido por otros países de similar latitud, como por ejemplo Madagascar o la zona del Caribe. Se sugiere hacer café con agua en la que se haya hervido una ramita de canela. De hecho en uno de los países de origen, la India, se prepara el té o “chai”, que consiste en una decocción de canela en rama, cardamomo, clavo, jengibre y azúcar, a lo que se añade té negro y se sirve con leche fría. También es un excelente complemento de carne de cordero y cerdo, así como añadida a algunos purés de verduras, por ejemplo el de calabaza o guisos agridulce. La canela a veces se confunde con la cásia, que si ambas están molidas, es fácil confundirse, no en vano se conoce a la cásia como “canela china”.

La canela, tomada en ayunas y de forma excesiva, puede resultar tóxica.





sábado, 17 de octubre de 2009

La magdalena de Proust






"Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y por la perspectiva de otro triste día tan melancólico por venir, me llevé a los labios una cucharada de té en la que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme esa alegría tan fuerte? Me daba cuenta de que iba unida al sabor del té y del bollo, pero le excedía en mucho, y no debía ser de la misma naturaleza. ¿De dónde venía y qué significaba? ¿Cómo llegar a aprehenderlo? Bebo un segundo trago, que no me dice más que el primero; luego un tercero, que ya me dice un poco menos.
[...] Vuelvo con el pensamiento al instante en que tomé la primera cucharada de té, y me encuentro con el mismo estado, sin ninguna claridad nueva. Pido a mi alma un esfuerzo más que me traiga otra vez esa sensación fugitiva.
[...] Y luego, por segunda vez, hago el vacío frente a ella, vuelvo a ponerla cara a cara con el sabor aún reciente del primer trago de té y siento estremecerse en mí algo que se agita, que quiere elevarse, algo que acaba de perder ancla a una gran profundidad, no sé el qué, pero va ascendiendo lentamente; percibo la resistencia y oigo el rumor de las distancias que va atravesando.
[...] Y de pronto el recuerdo surge. Ese sabor es el que tenía el pedazo de magdalena que mi tía Leoncia me ofrecía, después de mojado en su infusión de té o de tila, los domingos por la mañana en Combray" [...]

(Marcel Proust, En busca del tiempo perdido)





La forma de la magdalena, tal como nos la describe Proust, y no es la más frecuente, es la de una concha venera, una especialidad concreta del noreste de Francia (madeleine de Commercy), que parece una magdalena de las nuestras cortada en dos verticalmente,  que tiene mayor consistencia y por ello no se deshace al empaparse:

[…] una de esas tortas bajitas y regordetas llamadas magdalenas cuyos moldes parecen haber sido valvas ranuradas de veneras de peregrino".
 



Estos fragmentos, de los más conocidos y nombrados de En busca del tiempo perdido, de Proust, tienen lugar en la primera de las obras, Por el camino de Swan, cuando el narrador rememora recuerdos de su infancia al comer una magdalena con una taza de té, ya que asocia el sabor, la textura y el aroma de la magdalena con ese mismo estímulo vivido años atrás, en la niñez, pensando en los viajes que hacía con sus padres a la casa de la tía Leoncia. Con ello, una vulgar magdalena se ha convertido en el símbolo proustiano del poder evocador de los sentidos.






viernes, 4 de septiembre de 2009

La historia del Tiramisú




 
 
Hace mucho tiempo que el tiramisú encabeza la clasificación de los dulces más amados. En Italia en un sondeo realizado recientemente, lo ha confirmado como postre de cuchara predilecto de los más golosos. Pero su éxito no conoce fronteras: se encuentra, como invitado de honor en la carta de muchísimos restaurantes en cualquier rincón del mundo. No tiene fronteras, ni tan siquiera virtuales, ya que son muy numerosas las páginas web dedicadas a este dulce. No obstante, el origen del tiramisú es sin duda alguna italiano.
  


 
La Toscana y el Véneto, ambas regiones italianas, reclaman la paternidad de esta inimitable delicia. Establecer quién tiene la razón se hace complicado cuando la historia raya la leyenda y el gran tiempo transcurrido limita toda posibilidad de una comprobación objetiva. De todos modos, la versión más acreditada de la historia del tiramisú coloca su nacimiento hacia finales del siglo XVII.

Se cuenta, que el dulce vio la luz en Siena; la ocasión fue una visita del entonces Gran Duque de Toscana, Cosimo III de Medici. Vanidoso, despilfarrador y amante del lujo, el histórico personaje era también bastante goloso y apreció la nueva especialidad que, en su honor, fue bautizada "sopa del duque". A su partida, la noble receta lo siguió a la corte de Florencia, que en aquel entonces era un crisol de intelectuales y artistas procedentes de toda Italia y Europa entera.

Fue así que la "sopa del duque" se hizo famosa, hasta pasar las fronteras del gran ducado para llegar a Treviso y después a Venecia. En donde, sigue la leyenda, se convirtió en el dulce favorito de los cortesanos, dado que le atribuían propiedades excitantes y afrodisíacas. Hasta el punto que se difundió la costumbre de consumir abundantes porciones antes de cada encuentro amoroso. Esta es la razón por la cual la "zuppa del duca" cambió nombre y tomó aquel más alusivo de "tiramisú" (en italiano literalmente "tirame-arriba").

  



jueves, 6 de agosto de 2009

Mousse de cerezas




Mousse de cerezas

Ingredientes:
 
• cerezas del jerte, 1 kilo
• azúcar glas, 200 gramos
• claras de huevo, 4 unidades
• nata líquida, 2 vasos
• limón, 1 unidad
• hojas de menta, al gusto


Preparación
 
Lavar las cerezas, retirar los pedúnculos y los huesos y secarlas. Reservar algunas para decorar y triturar el resto. Montar las claras a punto de nieve firme y añadir, poco a poco, 100 gramos de azúcar batiendo constantemente. Montar la nata muy fría y, cuando esté firme, añadir poco a poco el resto del azúcar. Unir la nata y el merengue con movimientos envolventes para que no pierda volumen, e incorporar de igual modo el puré de cerezas. Verter la preparación en los moldes y congelar 12 horas. Desmoldar la mousse 15 minutos antes de servir, decorar con las cerezas reservadas picadas y las hojas de menta.

Este postre resulta exquisito, lo encontré en el foro de Mundo Recetas.





miércoles, 5 de agosto de 2009

Escenas con cerezas en el Arte





La tarta de cerezas. Bonnard



Niña con cerezas. Adolphe Wiliam Bouguereau

 
William-Adolphe Bouguereau (La Rochelle 1825– 1905) fue un pintor académico francés.
Estudiante en la Académie Julian en París, sus pinturas realistas y de temas mitológicos fueron exhibidas en las exposiciones anuales del Salón de París durante toda su carrera. Aunque sufriese la indiferencia de los críticos, quizá debido a su fuerte oposición al entonces triunfante impresionismo, actualmente hay una nueva revalorización de su trabajo.



El gorro de cerezas. Emile Vernon

 
Emile Vernon nació en Blois, Francia en 1872 . Es recordado por su escenas de niñas muy jóvenes con flores. Muere en 1919.



Niña con cesta de cerezas. Munier


Emile Munier nació en París el 2 de junio de 1840. Pintor academicista, discípulo de Bouguereau, muestra escenas sentimentales, cercanas y expresivas, temática que cultivará toda su vida. Muere en París en 1895.



Muchacho con cerezas. Edouard Manet

 
Manet nace en París el 23 de enero de 1832. Considerado el "padre del Impresionismo". Muere en París, el 30 de abril de 1883.
 


Niños comiendo cerezas. Bernardus Jhoannes Blommers
 
 
Fue uno de los artistas holandeses más jóvenes de la Escuela de La Haya.
Nació en los Países Bajos en 1845. Pintor de género y delicadas composiciones. Los artistas de la Escuela de La Haya trabajaron en Holanda entre 1860 y 1900. Se apartaron de los temas académicos de la historia o la mitología y en su lugar, realizaron representaciones realistas de su entorno inmediato, incluyendo los paisajes rurales, la vida campesina, escenas de playa, y, en ocasiones, de las calles urbanas. Eran sensibles a los efectos de la luz y la atmósfera, recordando la gran tradición del siglo XVII en la pintura del paisaje holandés. Blommers alcanzó mucha fama en su vida. Falleció en 1914, contribuyendo en gran medida al arte holandés.
 

 
Las primeras cerezas. Fritz Zuber-Buhler


Zuber-Buhler nació en 1822 en Le Locle, Suiza, pero se trasladó a París a la edad de dieciséis años para comenzar su formación con Louis Grosclaude, antes de entrar en la Escuela de Bellas Artes y el taller de Francois-Edouard Picot. Picot había creado todo un linaje artístico de pintores académicos escolarizados en el estilo y la tradición. Su estilo muestra un clasicismo idealizado, con minuciosidad en el detalle. Murió el 23 de noviembre de 1896 en París.



Cerezas para el bebé. Eugenio Zampighi

 
Eugenio Zampighi fue un pintor realista, que destaca por su imágenes románticas de la vida campesina italiana.
Zampighi nació en Módena, donde mostró un prodigioso talento para las Bellas Artes. Fue a una escuela de arte a la edad de 13 años y luego estudió en Roma. Muere en Italia en 1944.



Una gorra llena de cerezas. Evariste Carpentier







Las cerezas en el Arte





Cerezas. Francisco Pons Arnau. Siglo XX.



Cerezas. Pablo Ruiz Picasso. Siglo XX. Cubismo



Naturaleza muerta con un plato de cerezas. Paul Cézanne.
Siglo XIX. Postimpresionismo



Melocotones y cerezas en un tazón sobre repisa de mármol. 
William Hammer. Siglo XIX. Realismo



Grosellas y cerezas en una mesa. François Garnier. Siglo XVII. Barroco



Bodegón con cerezas. Luis Meléndez. Siglo XVIII. Tradición del Barroco



Cerezas y fresas en plato de porcelana
Osías Beert, el viejo. S. XVII. Barroco



Bodegón con cerezas. Osias Beert, el viejo



La Virgen y el Niño: 'La Virgen de las cerezas'. 
Taller de Joos van Cleve. S. XV. Renacimiento




viernes, 31 de julio de 2009

Mafalda y la sopa



 




Joaquín Salvador Lavado, apodado 'Quino' desde pequeño para distinguirle de su tío Joaquín Tejón, también dibujante, nació el 17 de julio de 1932 en la ciudad argentina de Mendoza. Fue precisamente con su tío con quien descubre su vocación de dibujante a la edad de 3 años.






Conquistó la fama internacional gracias a la publicación -que comenzó el 29 de septiembre de 1964 en la revista argentina 'Primera Plana'- de la serie de historietas de esta niña espontánea y ocurrente llamada Mafalda. La primera tira de este cómic, tierno y contestatario, que refleja la vida de los adultos vista tras los ojos de unos niños, la realizó para un anuncio de electrodomésticos en el que al final no fue usada.

Después de 9 años, diez libros publicados y 1.918 tiras, Quino decidió dejar de dibujarla por dificultades creativas. Desde entonces ha continuado realizando historietas de humor ácido, en blanco y negro, sobre las relaciones de poder, las desigualdades sociales, en resumen, como él mismo reconoce “temas que no tienen nada de graciosos”.




Mafalda: Es una niña de unos 5 ó 6 años, precoz y comprometida. No se muerde la lengua para denunciar las injusticias. Preocupada por la paz y los derechos humanos, ama a los 'Beatles' y odia la sopa con todas sus fuerzas. 

Su comida preferida son los panqueques, que le gustan tanto que es capaz de comer un poco de sopa para poder comer este postre adorado por ella ((el panqueque es una especie de crêpe utilizado en las cocinas argentina, uruguaya y chilena para hacer preparaciones tanto dulces como saladas).
La sopa es en realidad una alegoría a los regímenes militares. Para Quino, "es la sopita que había que tragarse siempre".
Sin embargo, el tema de la sopa ha ido más lejos. Un estudio en América Latina entre niños de edades comprendidas entre los 7 y 11 mostraba la relación entre la lectura de las tiras de Mafalda y su gusto por la sopa, llegando a conclusiones sorprendentes: sólo un 4,2% de aquellos que leían siempre comics de Mafalda afirmaban que la sopa era su comida favorita, porcentaje que aumentaba a 28,6 entre los que los leían a menudo, a 47,9% los que lo hacían de vez en cuando y a 55% los que no los habían leído en el último año. 

Algunas de sus viñetas sobre la sopa:



 





Burocracia es la tortuga mascota de Mafalda y Guille, llamada así por la lentitud que tiene para todo. Al igual que Mafalda, odia la sopa, único motivo que en una tira la hizo correr muy rápido, no cabe duda de que su plato favorito consta de una buena hoja de lechuga. 








Mafalda critica al mundo pero tiene esperanzas de cambiarlo...







Vincent van Gogh y las naranjas





Bodegón con seis naranjas.Vincent van Gogh



Una receta fácil con naranjas, del programa "Menú", Canal Cocina, de Iñaki Oyarbide:

Ingredientes principales

4 naranjas
150 g de azúcar
150 g de nata azucarada
4 yemas de huevo
1 hoja de gelatina


Preparación de la receta

Para preparar la receta de naranjas a la gelatina

Poner a remojo la gelatina.- Cortar un casquete a cada naranja y retirarles la pulpa, con cuidado de no dañar la corteza.- Triturar esta pulpa junto con el azúcar y las yemas.- Añadirle la hoja de gelatina.- Poner todo en un cazo a cocer, removiendo hasta que espese.- Retirar del fuego, dejar enfriar y, cuando haya enfriado, mezclarlo con la nata.- Llenar las naranjas con esta mezcla y meter en el frigorífico dos horas antes de servirse.






sábado, 25 de julio de 2009

Vincent van Gogh feliz: "El niño de la naranja"




El niño de la naranja. Vincent van Gogh


"El niño de la naranja" es un alegre retrato infantil pintado por van Gogh en junio de 1890.

Antes de caer en la depresión que le abocaría al suicidio en julio de 1890, Vincent van Gogh atravesó un intenso periodo creativo que le llevó a pintar 80 cuadros en 70 días. Uno de éstos fue esta hermosa obra. Se trata de uno de los pocos retratos infantiles ejecutados por el artista, inspirado tras visitar en París a su sobrino Vincent, hijo de su hermano Theo.

Lo primero que salta a la vista al contemplar El niño de la naranja es la placidez del momento captado. Al contrario que otros cuadros de Van Gogh, como los que pintaría poco después, con sus trigales tormentosos y bandadas de cuervos a la fuga, éste provoca la sonrisa del espectador. El pequeño retratado coge la fruta como si fuera un sabroso juguete. En aquella época, tanto los niños como las niñas llevaban vestidos durante sus primeros años, por lo que, aunque El niño de la naranja parezca un retrato femenino, se trata de Raoul Levert, el hijo de dos años de Vincent Levert, el carpintero del pueblo de Auvers-sur-Oise. Dicho artesano se hizo amigo del pintor y le proporcionó marcos para sus telas durante la temporada que pasó en un albergue local.

Van Gogh llegó a Auvers recién salido del sanatorio para enfermos mentales de Saint Rémy, cerca de Arlés. Antes de alquilar una habitación en el establecimiento de la familia Ravoux, pasó por París para ver a su sobrino y tocayo, Vincent. Era el hijo de su hermano, Theo, y de su cuñada, Johanna, y es posible que la ternura de la inocencia infantil le sirviera temporalmente de bálsamo. El encanto pintoresco de Auvers y el placer que el dio ver a su sobrino resultaron ser el catalizador de una extraordinaria energía artística en las últimas semanas de su vida.
En los setenta días que Van Gogh vivió en el ático de una hostería en Auvers, pintó más de 80 obras, a razón de más de un cuadro al día. El propio artista desveló a su otra hermana, Guillermina, en una de sus múltiples cartas llenas de dibujos, que "el retrato moderno constituía la auténtica pasión de su oficio". Para estar completo, a este vistazo de la serenidad mostrada por el pintor en su corta estancia parisiense le faltaría la mirada de la madre del pequeño Vincent. Sorprendida por el buen humor de su cuñado, Johanna escribió a su vez que encontró a un hombre renovado en la estación de ferrocarril parisiense: 
"Tenía buen color y un aspecto excelente y sano. Vino con un nido de pájaros para el niño e insistió en llevarle en brazos todo el tiempo", recordó.
Acabó convencido de que vivir en París perjudicaba la salud de su sobrino, por lo que retrató a estos niños con el campo como fondo y con mejillas sonrosadas, como testimonio de los beneficios de la vida en el medio rural.

El cuadro fue comprado en 1916 por los suizos Arthur y Hedy Hahnloser, quienes formaron una importante colección de pintura impresionista y post-impresionista a comienzos del siglo XX en Suiza.
Sus descendientes se desprendieron, después de 90 años, de la pintura para destinar el dinero a instituciones caritativas orientadas a los jóvenes y a la educación. Un buen destino. Salió a subasta por 20 millones de dólares.
 




viernes, 2 de enero de 2009

Codornices estofadas






Mi abuela, extraordinaria cocinera, preparaba unas codornices estofadas suculentas, siempre con mucho mimo, como todo lo que hacía en su cocina de carbón, despacio y con mucha alegría, porque tenía un carácter encantador.



Ingredientes


4 codornices, aceite de oliva, 1 cebolla grande, 1 pimiento verde (italiano), 2 zanahorias,1 tomate, orégano, perejil, 3 ajos, 3 clavos, 3 hojas de laurel, vinagre de vino, vino blanco, sal.


Preparación 

En una cazuela (mi abuela utilizaba una de Pereruela), se echa aceite y cuando esté caliente se introduce la cebolla picada. Se deja pochar un poco y se introducen las codornices. Se dejan unos minutos y se añaden el resto de las verduras picadas, las hierbas, el ajo y el clavo. Se añade un buen chorro de vinagre de vino y un chorro de vino blanco (con el vino de Rueda quedan exquisitas). Se deja cocinar todo despacio hasta que las codornices estén blanditas. Se sacan las codornices, las hojas de laurel y el clavo de la cazuela y se pasan por el pasapurés el resto de los ingredientes. Se coloca la salsa de nuevo en la cazuela con las codornices y se dejan unos minutos para que se impregnen. Se sirven con la salsa por encima.

¡Deliciosas!





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