En el siglo XVII era una moda tomar café en Europa. Uno de los músicos más famosos de todos los tiempos, Juan Sebastián Bach, compuso la Cantata del Café en 1732.
Esta especie de oratorio, con texto de Picander, se estrenó en el Collegium Musicum de Leipzig hacia 1734. La partitura emplea tres cantantes, flauta, cuerdas y continuo. El divertido texto - acaso el mejor que escribiera el modesto poeta - está compuesto como un oratorio cómico. Un tenor explica la historia al comienzo y, de nuevo, al final.
El libreto nos introduce en el mundo burgués de Leipzig. La cantata es una deliciosa sátira del vicio del café, entonces de moda entre los burgueses de la ciudad; desde finales del siglo XVII se había extendido en Leipzig, en donde muchas "casas de café" le habían abierto sus puertas. En un establecimiento muy conocido, el Café Zimmermann de la Calle Catalina, Bach ofreció durante diez años sus conciertos públicos a la cabeza del Collegum Musicum universitario; estas audiciones eran al aire libre únicamente durante los meses de verano, en el Jardín Zimmermann de la Puerta de Grimme, los miércoles entre las cuatro y las seis de la tarde. Es fácil imaginar que la cantata nació en este medio.
El tema de la Cantata es el enfrentamiento entre dos generaciones. Se trata de un padre (Schlendrian) que le prohíbe tomar café a su hija (Lieschen), aficionada a la deliciosa bebida (considerada un peligro en aquel tiempo, en Alemania no fue aceptada en el hogar hasta la segunda mitad del siglo XVIII, debido a una mezcla de factores: una afición por la cerveza local, una desconfianza general de las cosas "no-alemanas," y por las calumnias dirigidas específicamente contra el café). La amenaza con toda clase de castigos, que no le comprará más ropa, que no le permitirá salir ni asomarse a la ventana. Ella resiste y canta loas al café:
"¡Ah, el café!, ¡sabe tan dulce!, es más cautivador que mil besos, más suave que el moscatel. Café, café… es lo único que necesito. Si alguno quiere hacerme feliz que me ofrezca un café".
Finalmente, el padre le dice que no dejará que se case. Eso sí que es demasiado y ella promete dejar el café, pero si el padre le busca novio de inmediato. Mientras tanto, ella corre la voz que solo aceptará al novio que le permita tomar todo el café que quiera.
Se puede ver una crítica hacia el autoritarismo paterno y una visión un poco más moderna y abierta del papel de la mujer, algo que empezaba a dar sus primeros pasos en algunos lugares de la Europa del siglo XVIII.
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