jueves, 27 de agosto de 2015

En el museo



 
"La Virgen con el Niño, llamada la Madonna Durán".
 Roger van der Weyden (1435-1438). Museo del Prado
 
 
 
A veces, observando a la gente ambulante
por los lentos pasillos del Museo del Prado
no puedo contenerme, y me pongo a su lado
para saber qué opina -con un gesto pedante-

de un conde, un santo, un dios, o de un perro elegante.
Os aseguro que lo mejor que he escuchado
son esos comentarios del niño malhablado
al mirar una venus desnuda por delante.

Cuando esa gente huye y en la misma salida
afirma ciegamente haberlo visto todo,
no haber dejado ni una sala olvidada

me entristezco, pensando que hay quien deja la vida
jactándose saciada de eso mismo, de modo
que mirándolo todo no han contemplado nada.


Jaime García-Máiquez
 
 
 
 

4 comentarios:

Amapola Azzul dijo...

Qué personas más profunda eres Rosa, no dejas de sorprenderme. Besos.

Un abrazo, y buena semana , querida Rosa.

Rosa dijo...


Un beso para ti muy grande, mi niña.

Feliz fin de semana, linda.

TORO SALVAJE dijo...

Van en piloto automático.
No han contemplado nada.
Al final acaban mirando los extintores de fuego.

Besos.

Rosa dijo...

Sí, es increíble, y lo de los extintores lo he visto más de una vez, jajaja, Toro ...

La contemplación requiere tiempo y ganas. También silencio, eso es más difícil de conseguir en un museo en algunas horas.

Un beso y feliz fin de semana, Toro.

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