«Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo». (Ap 3, 20)
Ayer estuve viendo la película La Misión; es impresionante, me hizo mucho bien.
Una de las escenas que más me impactó fue ésta, el verdadero plato fuerte después del picante:
Sentado Rodrigo con los jesuitas a la mesa, - Padre, quiero darle las gracias por haberme acogido. - Agradecédselo a los guaraníes. - ¿Cómo? - Leed esto.
Al “¿cómo?” de Rodrigo, él responde ahora con la esencia, el plato fuerte, para que se acabe de despojar de las niñerías. Todo lo anterior sólo es preparación para lo mejor, el plato fuerte. La mano de Gabriel escoge con cuidado el libro. Eso es la Biblia, el libro entre los libros; y el Evangelio el alma de esos libros. Y el corazón del Evangelio ese himno a la Caridad (que es Dios Amor), que se puede leer en el capítulo trece de la Primera Carta del apóstol San Pablo a los Corintios.
Primera Epístola a los Corintios
Capítulo 13: 1 Corintios 13
1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.
2 Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy.
3 Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.
4 La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe;
5 es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal;
6 no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad.
7 Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.
8 La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia.
9 Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía.
10 Cuando vendrá lo perfecto, desaparecerá lo parcial.
11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño.
12 Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido.
13 Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad.
Gracias a la autora del blog Quartier Latin, la escena esencial de la película.
Muchas gracias, amiga.
8 comentarios:
Vi la escena que Quartier Latin publicó en su blog. Me emocionó profundamente; creo que está muy bien destacarlo.
El pasaje de la Epístola del Apóstol San Pablo a los Corintios es una verdadera joya. De la caridad, el amor al prójimo, hay tanto por aprender (o, tengo mucho que aprender).
Me gusta como lo expresa Thomas Merton (Ningún hombre es una isla): "El comienzo del amor consiste en dejar que las personas a quienes amamos sean absolutamente ellas mismas, y en no presionarlas para que se amolden a nuestra propia imagen. En este caso, tan sólo amaríamos el reflejo de nosotros mismos reproducido en ellos."
Bellísimo todo lo que nos muestras Rosita.
Un gran abrazo, querida amiga
Muchas gracias, Clarissa; me ha encantado lo que nos dices de Thomas Merton;toda una lección para la vida y muy acertada para aplicarla también a la película.
Un beso, querida amiga.
Primero, gracias a las dos por visitar mi blog y comentar.
La peli no tiene desperdicio, y este vídeo, menos.
¡Qué acertado Thomas Merton en la cita que proporciona Clarissa!
Como siempre, un placer venir a tu casa. ¡Gracias, Rosa!
Gracias a ti por "incitarme" a ver esta maravillosa película.
Un beso,querida amiga.
Estaba buscando una receta que yo conocí cuando niño hace más de 45 años
y he aterrizado en este blog. La receta es la de ensalada de chicharro en escabeche. No la he encontrado, pero sí el plato que más me gusta, los callos, la sangre que ya no he vuelto a probarla desde que cerró un bar del húmedo, el congrio que tampoco lo pruebo ahora...
He mandado el blog a todos mis hijos, a ver si siguen un poco la sangre paterna, y recuperan para sí, estos platos y un poco de su herencia.
Enhorabuena y gracias.
Y sobre la carta a los Corintios, ¡qué bien escogida!. Está justo para darme donde más me duele.
Mis respetos Rosa
Gracias, por su visita y su amable comentario.
Me alegro mucho de compartir la rica gastronomía leonesa y que sirva para no olvidar estos sabores tan nuestros. Es verdad, los callos o el congrio se encuentran fácilmente, pero la sangre es más complicado, aunque el Barrio Húmedo sigue ofreciendo múltiples tapas muy sabrosas; todavía, de vez en cuando, se encuentra la sangre.
Sobre la carta a los Corintios, es difícil que no nos duela, todos cojeamos...pero es bueno nos duela y nos remueva.
Encantada de que haya llegado hasta aquí.
Saludos cordiales.
Rosa Estoy de sorteo en mi blog si te gusta el marisco y quieres apuntarte, te dejo el enlace.
http://cocina-trini.blogspot.com.es/2012/08/si-te-gusta-el-buen-marisco-apuntate-al.html
Gracias, Trini.
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