El misterio cristiano siempre es dramático. Cuando un padre confía a sus hijos una misión, los hijos pueden abusar de esta confianza y de esta generosidad que reciben. El amor no es pues aquello que impide el drama. Si no amo a nadie, no soy vulnerable. Si no amo nada ni a nadie, puedo vivir con objetos muertos y no con personas libres que puedan traicionarme.
Muchas veces pensamos que “el amor es una solución”. Pero la Biblia pone de manifiesto que el amor es una aventura. Y esta historia de amor, que es la historia de Dios con los hombres, es la historia de la posibilidad de numerosas traiciones.
Fabrice Hadjadj