miércoles, 29 de noviembre de 2017
jueves, 16 de noviembre de 2017
martes, 7 de noviembre de 2017
jueves, 2 de noviembre de 2017
Los nombres del agua
Qué difícil oír lo que dice la lluvia.
Victoria León
Brassai
Señora, la lluvia
es una palabra demasiado hermosa.
¿Piensa acaso que su gris pluvioso basta
para evocar lo que usted, con sus versos, no acierta?
No respondía: “la lluvia es más bien un estado de ánimo.
Digo lluvia, y oigo baladas,
la isla de Mallorca desgranándose
en el pianito de Chopin tosiendo.
Oh siempre llueve sobre la villa francesa
como llueve sobre su corazón, en el poema”.
Plagia, Señora, a la naturaleza primero,
luego al aire. La lluvia, no sus versos, es la bella.
¿No ha ensayado otros nombres? Por ejemplo, chubasco.
Menos dentro de un lienzo impresionista: algo
que suena más real, de menos pretensiones.
Chubasco es algo alegremente próximo.
¿Se disgusta? Llovizna entonces: es como una fina
lámina, transparente como el velo de una niña.
Tiene un poco de bruma, más ligera.
Se alza, y enseguida se ve mejor la tarde.
O aguacero, cubano, hecho de nada y prisa.
Irrumpe, alegre y hondo, saca su olor al borde
de la calle. Limpia, y cesa de súbito
igual que entró. ¡Qué gusto su visita!
Luego está el chaparrón. ¿Qué, grosero, interrumpe
a la madre que vuelve cansada del trabajo
retardando el regreso? ¿Pero y los chiquillos
que se empapan, que juegan? Chaparrón es delicia.
En fin, me rindo. Lluvia: es un clásico.
Esa sonoridad no la mejora nadie. Y luego es un problema
también de tiempo. Lluvia es algo más lento,
más íntimo. Vidriera de niños, lluvia es que está lloviendo.
Agua, arriba y abajo, dentro, afuera,
lenta, impetuosa, terca, que prosigues
sin fin, por siempre, por sobre toda pérdida.
¿Qué sabes, agua? Por favor, no lo digas.
Fina García Marruz
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