sábado, 5 de junio de 2021

Más poesía






Herbert James Draper



Juan Ramón Jiménez consideraba equivalentes poesía, amor y religión. No es el único poeta que intuye estas identidades. La realización más cabal de la palabra humana, estoy convencido, es la palabra amorosa, la palabra que rezuma amor (Verbum spirans amorem, que decía Tomás de Aquino). Lo que dota de mayor densidad al lenguaje es el amor. Y, al revés, como escribió el mismo Juan Ramón, «cuando no se ama, todo suena a hueco». «Nos constituye el amor, o la palabra, que es lo mismo», apunta el poeta Alfonso Albalá. «Yo escribo poesía por amor», escuché decir en el Colegio Mayor Belagua a Carmelo Guillén, con flagrante pleonasmo. El poeta, así lo han entendido muchos creadores, es un gran terapeuta, porque todos estamos heridos y es él quien acierta a señalar dónde está la herida. ¡Ah! A diferencia de los medicamentos, la poesía no tiene fecha de caducidad. Como ha escrito el eterno candidato al Nobel de Literatura, el poeta polaco Adam Zagajewski, «la poesía —naturalmente, solo la grande, la excelente— es una de las artes que menos amarillean». ¿Tan improductivo es el improductivo placer de leer poesía, que diría la Szymborska?

Manuel Casado Velarde, Más poesía y menos Prozac









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