Cuando seas feliz, cuando todas las cosas
estén a tu favor, y tu vida se vuelva
un lugar habitable, no te acuerdes de mí.
Pero si alguna vez sintieras que la carga
te pesa demasiado; si ya no puedes más,
y empiezas a dudar de ti misma y de todo,
recuerda que hubo alguien que alguna vez te amó
y que hubiese querido, si le fuera posible,
aliviarte esa carga. Y piensa en esos brazos
ya impalpables, aéreos, y que ya no sabrían
hacerte daño alguno.
Y un momento, si puedes,
abandónate en ellos, por favor, y descansa.
estén a tu favor, y tu vida se vuelva
un lugar habitable, no te acuerdes de mí.
Pero si alguna vez sintieras que la carga
te pesa demasiado; si ya no puedes más,
y empiezas a dudar de ti misma y de todo,
recuerda que hubo alguien que alguna vez te amó
y que hubiese querido, si le fuera posible,
aliviarte esa carga. Y piensa en esos brazos
ya impalpables, aéreos, y que ya no sabrían
hacerte daño alguno.
Y un momento, si puedes,
abandónate en ellos, por favor, y descansa.
José Cereijo
Amor verdadero.
ResponderEliminarHermoso poema!! Gracias Rosa.
ResponderEliminarBesos
Un poema maravilloso.
ResponderEliminarMe gusta mucho.
Besos.
Bellísimo poema. Besos.
ResponderEliminarSí, pienso que sí.
ResponderEliminarUn beso Ilduara.
Gracias a ti, Maite.
ResponderEliminarUn beso.
Y a mí. Mucho.
ResponderEliminarUn beso, Toro.
Me alegro de que te guste, linda.
ResponderEliminarUn beso, ¡linda!