Para ti nunca fui más que un pedazo
de mármol. Esculpiste en él mi cuerpo,
un cuerpo de mujer blanco y hermoso,
en el que nunca viste más que piedra
y el orgullo, eso sí, de tu trabajo.
Jamás imaginaste que te amaba
y que me estremecía cuando, dulce,
moldeabas mis senos y mis hombros,
o alisabas mis muslos y mi vientre.
Hoy estoy en un parque, donde sufro
los rigores del frío en el invierno,
y en verano me abraso de tal modo
que ni siquiera los gorriones vienen
Pero, de todo, lo que más me duele
es bajar la cabeza y ver la placa:
«Desnudo de mujer», como otras muchas.
Ni de ponerme un nombre te acordaste.
Amalia Bautista
Uf! Es impresionante el poema.
ResponderEliminarBss.
Sí, lo es.
ResponderEliminarComunica mucho.
¡Un beso, linda!
El final es demoledor.
ResponderEliminarBesos.
Peor para él.
ResponderEliminarDice mucho de él.
¡Un beso, Toro!
Precioso poema, te llega al alma
ResponderEliminarSí, es cierto, Odel.
ResponderEliminarUn saludo.
Gran poema.
ResponderEliminarBesos
Es muy buena poeta Amalia Bautista.
ResponderEliminarCoincido, también creo que es un gran poema.
Un beso, querida Amalia.
Un poema muy bonito, con ese toque de tristeza, nostalgia y sobre todo la soledad marcada, de una obra de arte que olvidada ha quedado hasta por el autor.
ResponderEliminarSensible...
Besitos de luz mi querida Rosa
Sí, es cierto, sensible.
ResponderEliminarDice mucho este poema.
Un beso, mi querida Carolina.
Y no me olvido de Negri, para él ¡lengüetazo!